viernes, 30 de abril de 2010
Ligeira Cavalaria Franz von Suppé...
jueves, 29 de abril de 2010
ARTÍCULO DE VIDA.................
Asimismo, los delitos violentos, sucesos negativos, vividos en forma brusca, generando terror e indefensión, ponen en peligro la integridad física y psicológica de una persona y dejan a la víctima en tal situación emocional que es incapaz de afrontarla con sus recursos psicológicos habituales....
LA MANO DE NADIE.
martes, 27 de abril de 2010
LA SATURACIÓN DEL DISCURSO
Aunque el elogio de la palabra ha tenido, tiene y tendrá defensores enérgicos, por constituir una de las causas más nobles a favor de la comprensión humana; cualquiera que practique el lenguaje hablado más allá de las formas instrumentales para denominar objetos, paisajes o funciones se ha encontrado en los límites inherentes a las mismas palabras y con el choque intercultural y psicológico entre personas. Para hablar bajo el prisma de la comunicabilidad son necesarias las unidades sígnicas con transporte de significado en tanto que medio o instrumento, los hablantes con deseo intencional de comprensión y la expansión suficiente de un tema que dé de sí lo necesario para ser captado en lo esencial. Sin estos tres factores y su complementariedad el proyecto comunicativo se viene abajo. Si hay lenguaje pero los hablantes están usurpados por fanatismos que no escuchan no hay resultados en el entendimiento. Si hay intención comunicativa concurriendo con suficiencia la premisa subjetiva pero no hay coincidencia lingüística o se dan valores distintos a las voces sonoras o gráficas; el resultado comunicante será un galimatías. Si no hay obstáculo en ninguno de esos dos campos pero el lugar de exploración del discurso va más allá de las posibilidades intelectivas y del propio conocimiento científico puede pasarse a un magma de letras donde cada interlocutor cree estar entendiendo lo que el otro dice sin estar seguro de lo que él mismo aporta. Junto a todo esto no se puede olvidar que las sociedades modernas son responsables de un nuevo tipo de síntoma en sus residentes: el de la saturación. La gente está saturada ante objetos de todo tipo, ofertorios, ideas, propuestas, programas televisivos y una cascada de pretendidas innovaciones de las que está excesivamente cargada. La saturación es tanta que en los casos extremos hay personas que ya no quieren saber nada más de nada. Llegar a estar conclusión es terrible pero las personalidades resentidas se defienden adoptándola como criterio de supervivencia. Se ha dado un significativo salto cualitativo de aquella antigua advertencia del “no quiero saber ya nada más de ti” cuando una persona acaba harta de otra, al “no quiero saber nada más de tal o cual asunto, de tal o cual programa, grupo, gente, empresa o historia”. La cosa no ha hecho más que empezar. La vieja imagen del eremita aislado como sinónimo de felicidad completa volverá a tener su apogeo. Las maneras de desconexión de lo que nos llega del otro son múltiples. También en situaciones particulares cuando este otro es el partner o algún conviviente. El “sí-cariño” como automatismo verbal de los maridos mas bien silenciosos frente a sus esposas verborrágicas es algo más que una simple cordialidad estática, pone una nota de humor al fracaso de la comunicabilidad. De alguna manera nos hemos de defender los unos de los otros y todos de todos en todas aquellas cosas que no nos interesan en lo más mínimo sin por eso perder la oportunidad de la relación y la potencialidad de sus cosas buenas. No nos interesa recibir cualquier clase de textos en nuestro correo electrónico ni participar en cualquier clase de conversaciones en la cafetería o en las reuniones de sobremesa. Tampoco nos interesa todo lo que pueda decirnos nuestro cónyuge o nuestro amigo. Esa selección de la palabra nos lleva a pulir un complejo mecanismo de filtraje de las entradas verbales. El síndrome de saturación del discurso tiene una larga trayectoria de previas. Cambiar de canal en los minutos publicitarios, o de las noticias que dan sobre fútbol, o de la música que está sonando o del imbécil que está hablando haciéndonos perder un precioso tiempo eran ya indicadores de discriminación cualitativa y de saturación, por consiguiente, de aquello que no gustaba. He comprobado que se puede vivir inmerso en un mundo telemático durante docenas de años y no saber absolutamente nada de nada de algunos campos de información en los que no se quiere entrar. Soy un absoluto ignorante sobre football y tauromaquia y prefiero seguir en mi condición de no saber nada. Un dispositivo mental hace que no escuche según que cosas y no me quede ni siquiera con los datos más destacados como nombres de jugadores o ligas. La cosa no acaba ahí. He comprobado que se puede vivir en el mundo de espaldas a todo lo que no interesa de él. La realidad no es más que una espiral de círculos de realidades. Estar en unos no obliga estar en todos. Ya las pautas de la naturaleza de cada uno marcan una dinámica de opuestos entre los momentos de estar con los demás y en los que se quiere estar solo. Prematuramente todos afirmamos la necesidad de no ser molestados en los actos más básicos de las funciones corporales entre las fases de reposo (y por lo tanto autoasilamiento) y las de actividad (y por lo tanto interacción y juego social). Begoña Huertas que debutó en la novelística con Déjenme dormir en paz puede inducir a una parodia aún más extrema de la vida moderna bajo el síndrome de saturación. Su título sería más o menos así: déjenme vivir sin la presencia de uds. Si contáramos el tiempo gastado en atender cosas que no nos interesan seguramente nos alarmaría, matemáticamente, saber que podríamos llenar la vida de contenidos mucho mejores. Basta con vaciarla de contenidos nefastos para tender a llenarla con contenidos interesantes. Todos los tiempos sumados a auditar shows televisivos para majaderos, noticias que nos mienten, conversaciones deplorables con colegas profesionales que no arrojan ningún balance de positivos, discusiones reiterativas, lecturas repetidas y atenciones al teléfono de agentes comerciales que nos proponen tal o cual maravilla doméstica; nos proporcionarían una cifra alarmante. Para quienes solo buscan entretenimiento ya les vale, para quienes buscan vivir la vida les toca hacer una criba pronto. Cuando ésta al final se establece con un conjunto de criterios: no leer propaganda comercial superflua, no contestar automáticamente al teléfono o a la puerta cuando sus respectivos timbres suenan, no enchufar la radio o la tele por sistema, no admitir que el primer vampiro con el que coincidamos nos explique sus desgracias para que le ayudemos a remontar su interés por la vida, no leer cualquier cosa que nos dan, no escuchar cualquier conferencia a la que vayamos, no aceptar a ningún comecocos que el infortunio ponga en nuestro camino etc etc; puede suceder que nos extralimitemos con criterios de filtro tan estrictos que nos impidan la recepción de entradas influyentes tan interesantes como deseables. El gran riesgo de la selección elitista, pues de esto se trata, es que puede privar a la persona de todos sus sensores racionales de independencia privada. Es entonces cuando el síndrome de saturación está tan intalado que es dañino puesto que el sujeto para acabar con la rabia mata al perro, o con la procesionaria quema el pino en lugar de tratarlo como fenomenos separados. Ha incorporado en su vidau n cortafuegos tan estricto que no solo impide la llegada de todos los virus de internet sino tambien el acceso a cualquiera de sus páginas para no correr ninguna clase de riesgo. La saturación del discurso tiene una parte lógica y concordante con el proceso de invasión del mercado de los consumos con un montón de insultos a la inteligencia y a la sensibilidad; pero tiene otra parte autolesiva cuando por no caer en la trampa del engaño no se está por conceder la hipótesis de que siguen produciéndose cosas bonitas y dignas de contacto. Sería como si la cinematografía de ahora en la que ya no predomina, en la inmensa mayoría de productos, ninguna intencionalidad creativa -bastando para la producción de ella una ensalada de violencia, desnudos y sexo sin ton ni son ni el menor interés de un argumento coherente- nos llevara a impugnar todo el cine que ha existido y el que está por existir. Juan Cueto sostiene que la cinematografía ha pasado de la ciencia-ficción la cursi-ficción y es el género más tontamente anticientífico. Cada espectador que se precie de tal debe sacar sus lecciones y no acudir a los espectáculos de los que se va a arrepentir a los pocos minutos de entrar. Lo mismo se puede decir de todo lo demás. Posiblemente el espectador con estilo está condenado a estar más tiempo en casa que en las salas de espectáculos o a dedicarse a actividades lúdicas más propias de la época pre-moderna, tales como pasear, hacer tertulias, cantar en grupo, hacer el amor o simplemente congratularse con el espectáculo magistral de la naturaleza. |
rosarios negros clavados en secretos,
secretos verticales comiendo de huesos,
huesos apuñalando la razón del hambre.
Profundidad amontonada sobre poros,
poros rojos de la cuchara de un trigo,
trigo alimentado de químicos saturados.
Reo de un estambre virginal,
virginal cuerpo de un pozo de niña,
niña de semillas grandes podridas,
podridas fantasías que decaen en unas líneas.
Fuerza de la profundidad de un reo
mojada y amontonada en un estambre
rosarios virginales en poros aguados
fuerza del reo en la profundidad del trigo
niña virginal de secretos verticales,
alimentada de químicos saturados.
Nació en Santiago de Chile (1976). Poeta. En 1991 publicó el cuaderno de poesía: Los Silencios. Ese mismo año obtiene el primer lugar en el Concurso Iberoamericano de poesía "Paz y Cooperación", organizado por la comisión Quinto Centenario, del Gobierno Regional de Madrid, España, por su obra Punta de Tierra en Tinieblas. En 1993 publica Navega la Poesía, conjunto de poemas recopilatorios de su obra. En 1994 publicará una segunda edición del texto en tiraje limitado. En 1995 participa como cofundador de la revista literariaHomero, presentándose en diversas ciudades del país promocionando dicho trabajo. Estos textos crean un espacio de difusión no esperado, con varias reediciones seguidas en los primeros números. En 1997, la Editorial Mosquito, edita su primer libro El Pez Inquieto. Dicho texto recibe una calurosa bienvenida en la crítica nacional, con artículos en los medios escritos más importantes del país, tales como en el diario El Mercurio, Las Ultimas Noticias y Punto Final, entre otros. En 1998, es incluido en la antología literaria Poetas del Maule, además de editar un nuevo texto Poemas para el fin de Siglo. En 1999 dirige talleres literarios en la Universidad Católica del Maule y su obra El pez Inquietoes seleccionada por el Fondo del Libro y Lectura del Gobierno de Chile, para su difusión en las principales Bibliotecas Públicas del país, agotándose su primera edición. En el 2000, pasa a integrar la planta de talleres artísticos del Instituto de Estudios Generales de la mencionada universidad. Asimismo, dirige talleres literarios para niños en la Fiesta de la Cultura, organizada por el Gobierno, en ese mismo año. En Octubre de 2000, Publica el libro Canto a la Colorina y otros poemas, de Ediciones Imagi, Talca y dirige la Revista literaria El jinete de palo, auspiciada por la Universidad Católica del Maule. Su más reciente libro,Inventario Solemne ha sido publicado por la Editorial Mosquito en 2004. Del mismo modo, se encuentra trabajando en la antología literaria Poesía y poder, de la poesía chilena contemporánea. Reside actualmente en Talca, Región del Maule, Chile.
SOY POETA
Soy poeta, ave de rapiña de todos los sentimientos,
fruta fresca de los árboles nuevos
corazón enterrado en la tierra,
el escolar preferido de la vida,
el golpe a la puerta cerrada
con el pan y cena de todos los años.
Soy una noche tan larga como la muerte,
una guitarra sonora y sencilla,
la herradura y el rastro de toda una historia.
Soy parte hombre, parte universo;
ojos con fuego de estrella
y boca viajera como perfecto cometa.
Desde aquí me presentaré a ustedes;
soy poeta, discípulo de cada mano abierta,
sueño despertando con el bostezo de la madrugada
y un alimento recién cocido que
destapa la mesa pobre de los hambrientos.
DE ROKHA AL ABORDAJE
Desde la mutilada memoria del verso,
desde un mal gesto o un alarido,
la ira canta, canta y canta.
Sabes, Pablo, yo milito en ti,
por que desde tanta tumba
donde no tienes flores,
desde tanta ceniza de la propia vida,
desde esa celda que te dio el aplauso
te haces grande, gigante, monumento:
El Pablo, terremoto de las luces,
el Pablo, incendio de los cuerpos,
el poeta, asesino de las comidas,
el hombre, hombre de las mujeres,
el amigo, primero de botella y abrazo.
Aquí en el Maule, aquí en el Sur
entre el caldo espeso de las longanizas,
en la disparada subida caliente de las cazuelas,
puerta por puerta, libro por libro,
puerta por puerta, vacaciones en el pueblo
en el pueblo, tu nombre ;
aquí De Rokha, aquí en la víspera de la muerte.
Me llamas noche a noche,
disparo a disparo, ¡Ay! la bala,
¡Ay! el gatillo sonó como campana
y partió un poeta a discutir con Dios
si el cielo es cielo o si el demonio
tiene por apellido De Rokha.
¡Ay! la bala, la pólvora;
no se muere sólo de intentos,
la muerte abraza sólo al imbécil,
la muerte sólo anima a los tontos,
quien vive, vive en el ladrido de los perros,
vive en las alas de los murciélagos,
en los senos de las prostitutas.
Vives entero en la memoria.
Yo no olvido, yo no sepulto.
¡A bailar otra vez, Pablito!
La mesa está servida y sólo falta
la boca hambrienta del padre,
del poeta y del hombre de Chile.
LA MANO DE NADIE.
martes, 20 de abril de 2010
CRÍTICA INSTITUCIONAL:
El término “crítica institucional”, en sí mismo,
parece indicar una conexión directa entre
un método y un objeto: el método es la crítica
y el objeto es la institución. En la primera ola
de crítica institucional desde finales de los
sesenta y comienzos de los setenta
(que durante largo tiempo ha sido tanto
reivindicada como relegada en la
historia del arte) estos términos podían
aparentemente definirse de forma más
concreta: el método crítico era una
práctica artística y la institución en
cuestión era la institución artística,
principalmente el museo de arte aunque
también las galerías y las colecciones.
La crítica institucional adoptaba así
muchas formas, tales como obras e
intervenciones artísticas, escritos
críticos o activismo (artístico-)político.
Pero en la llamada segunda ola, desde
los años ochenta, el marco institucional
de alguna forma se vio expandido
hasta incluir al artista (el sujeto que ejercía
la crítica) en un rol institucionalizado,
así como la investigación sobre
otros espacios (y prácticas)
institucionales además del espacio artístico.
Ambas olas son hoy parte de la institución
artística en forma de historia y enseñanza
del arte, así como en las prácticas
contemporáneas del arte desmaterializado
y posconceptual. No es mi propósito aquí,
no obstante, discutir o llegar a un significado
de la crítica institucional como un canon
de la historia del arte ni implicarme
en la escritura de dicho canon
(cedo respetuosamente esa tarea
a los Texte zur Kunst y los October
que hay en el mundo). En su lugar,
a cambio, me gustaría apuntar una
coincidencia entre las dos olas que
me parece que ha cambiado
drásticamente en el actual “retorno”
de la crítica institucional que podría
o no constituir una tercera ola.
En todas sus emergencias históricas,
la crítica institucional fue una práctica
sobre todo, por no decir exclusivamente,
ejercida por artistas y dirigida contra
las instituciones (artísticas), como
una crítica de su(s) función(es)
social(es) ideológica(s) y de representación.
Las instituciones artísticas, comprendieran
o no el trabajo de los artistas, se veían
como espacios de circunscripción y,
en palabras de Robert Smithson, de
“confinamiento cultural” factibles de
ser atacados estética, política y teóricamente.
La institución se planteaba como
un problema (para los artistas).
Ello contrasta con las actuales
discusiones crítico-institucionales que
parecen propagarse predominantemente
por parte de curadores y directores de
las mismas instituciones, discusiones
que, por lo general, argumentan
a favor antes que en contra de las instituciones.
Es decir, no consisten en un esfuerzo
por oponerse o destruir la institución,
sino que buscan modificarla y
solidificarla. La institución no es
sólo un problema, ¡es también una solución!
Ha habido, entonces, un desplazamiento
del lugar de la crítica institucional,
no sólo en el tiempo histórico sino
también en términos de los sujetos
que dirigen y ejercen la crítica: se ha
deslizado del exterior al interior.
Es interesante la manera en que Benjamin
Buchloh ha descrito el momento histórico
del arte conceptual como un movimiento
“de la estética de la administración a la
crítica de las instituciones”, en un famoso
y controvertido ensayo llamado,
elocuentemente, “Conceptual Art 1962-1969:
From the Aesthetics of Administration to
the Critique of Institutions”.
Aunque Buchloh dirige su enfoque
a la emergencia del conceptualismo,
su sugerente distinción es quizá más
pertinente ahora que la crítica institucional
es literalmente ejercida por administradores
estéticos: quienes dirigen los museos,
organizan exposiciones, etc. Siguiendo
consejos de Buchloh, Andrea Fraser va
un paso más allá en su ensayo reciente
“From the Critique of Institutions to an
Institution of Critique”, donde afirma
que ya no es posible un movimiento
entre el adentro y el afuera de la institución,
dado que las estructuras institucionales
se han interiorizado por completo.
“Nosotros somos la institución”,
escribe Fraser, y concluye de esta
manera que la cuestión es más bien
crear instituciones críticas, lo que
ella llama “una institución de la crítica”,
establecidas mediante el autocuestionamiento
y la autorreflexión.
Fraser también escribe que las instituciones
del arte no deberían contemplarse como un
campo autónomo, separado del resto
del mundo, de la misma forma que el
“nosotros” no está separado de la
institución. Si bien yo estaría ciertamente
de acuerdo con cualquier tentativa de
contemplar las instituciones artísticas
como parte de un conjunto más amplio
de espacios socioeconómicos y
disciplinarios, me confunde sin
embargo el intento de integrar el
mundo del arte en el actual sistema-mundo
(político-económico) y simultáneamente
sostener que hay un “nosotros” en ese
mundo del arte. ¿Quién es exactamente
ese “nosotros”? Si el mundo del arte se
observa como parte de una institucionalización
generalizada de los sujetos sociales
(que a cambio interiorizan la institucionalización),
¿cuáles son y dónde se sitúan las líneas
que marcan la entrada, la visibilidad y la
representación? Si uno de los criterios de
cualquier institución reside en la manera
en que efectúa exclusiones (algo inherente
a cualquier colección de arte), la cuestión
es ¿qué sujetos caen fuera de la
institucionalización, no por causa de un acto
malintencionado ni del éxodo que ciertos
movimientos artísticos pensaron y desearon,
sino mediante el tipo de expulsiones que
se efectúan desde el mismo centro de
las instituciones, es decir, desde su propia
capacidad institucionalizadora? Obviamente,
responder a estas preguntas requiere una
noción muy expandida de crítica institucional
que se encontraría un tanto afuera de la historia
de la crítica institucional que aquí estamos
discutiendo.
Así que, volviendo al tema que nos ocupa,
la crítica institucional como práctica artística:
¿qué sucede cuando la práctica de la crítica
y el análisis institucional se ha traspasado
de los y las artistas hacia los curadores y
curadoras, críticas y críticos, y cuando tanto
artistas como curadores han interiorizado
la institución (mediante la enseñanza, el
canon de la historia del arte y la práctica
diaria)? Analizado en los términos de una
dialéctica negativa, este proceso parece
señalar la cooptación total de la crítica
institucional por parte de las instituciones
(lo que implica, por extensión, la cooptación
de la resistencia por el poder), lo que
convierte a la crítica institucional como método
crítico en algo completamente obsoleto.
La crítica institucional, cooptada, sería
como una bacteria que quizá haya debilitado
temporalmente al paciente, la institución,
pero sólo con el fin de fortalecer su sistema
inmunitario a largo plazo. No obstante,
tal conclusión dependería de unas nociones
de subjetividad, agencia y espacialidad que
la crítica institucional, diríamos, intentó
de construir. Implicaría que la crítica institucional
histórica era de alguna manera “original”
y “pura”, confirmando así la autenticidad
de los sujetos-artistas que la ejercían
(en oposición a los sujetos “institucionales”),
reafirmando en consecuencia una de las
ideas que la crítica institucional buscó
sortear, es decir, la noción de sujetos auténticos
per se (un sujeto representado por el artista
y reificado por la institución). Si la crítica
institucional fue en efecto un discurso
de desvelamiento y demistificación de
cómo el sujeto y el objeto artístico se
escenificaban y reificaban en la institución,
entonces debemos decir que cualquier
narrativa que (de nuevo) represente a
ciertas voces y sujetos como auténticos,
en tanto que posibles encarnaciones
de ciertas políticas y críticas, no sólo
es contraria al proyecto de la crítica
institucional, sino que también podría
considerarse una cooptación final o,
con más propiedad, una apropiación
hostil del mismo. La crítica institucional
no trata, después de todo, de las intenciones
e identidades de los sujetos, sino de las
políticas e inscripciones de las instituciones
(y, de esta manera, de cómo las relaciones
entre los sujetos están siempre tramadas
por espacios institucionales específicos
y precisables).
Deberíamos más bien intentar historizar
los momentos de la crítica institucional
y observar cómo su éxito consiste en haber
sido integrada en la formación de artistas y
curadoras, es decir, en lo que Julia Bryan-Wilson
ha llamado "el curriculum de la crítica institucional".
Se puede entonces entender la crítica
institucional no como un periodo histórico
y/o un género en la historia del arte, sino más
bien como una herramienta analítica, un método
de crítica y de articulación espacial y política
que se puede aplicar no sólo al mundo del arte,
sino también a los espacios e instituciones
disciplinarias en general. Una crítica institucional
de la crítica institucional, lo que podríamos llamar
una "crítica institucionalizada", tiene entonces
que cuestionar el papel de la enseñanza, la
historización y la manera en que la autocrítica
institucional no sólo conduce a cuestionar
la institución misma y lo que ésta instituye,
sino que también se convierte en un mecanismo
de control dentro de los nuevos modos de
gubernamentalidad, precisamente a través
del propio acto de su interiorización. Y es
esta noción expandida de crítica institucional,
a la que antes me he referido, la que podría
convertirse en el legado de los movimientos
históricos al mismo tiempo que podría servir
de orientación para lo que las llamadas
"instituciones artísticas críticas" dicen ser.
El Análisis Institucional es una disciplina
sociopolítica donde convergen diversas
ciencias con las que construye su objeto
de estudio: el inconsciente institucional.
Del psicoanálisis toma el descubrimiento
de una producción del inconsciente
en relación con procesos de represión
vinculados a conflictos, pero a diferencia
del inconsciente psicoanalítico, el análisis
institucional, alude a procesos sociales
del desconocimiento de lo político y
no a procesos intrapsíquicos.
El inconsciente institucional se ubica
en el campo de lo político reprimido
y olvidado, su análisis corresponde
a la ideología y a las relaciones sociales.
La filosofía del derecho de Hegel ,
es otra fuente teórica básica de ahí
se retoman los tres momentos de
la institución: el de la universalidad,
el de la particularidad y el de la
individualidad. En el caso de la
universalidad se sitúa lo instituido,
en el momento de la particularidad lo
instituyente y en el de la individualidad
la institucionalización que es la síntesis
de lo instituido y lo instituyente, así
como su mediación.
Para la comprensión de la formación
e institución de los grupos recurre a
la escuela sociológica francesa, a
la psicología social y de los grupos,
y al psicodrama de Moreno así como
a la teoría de las organizaciones.
Esto es así porque en las prácticas
de formación, el colectivo e intervenciones
institucionales suceden con y en grupos
y estos son parte de las organizaciones,
donde el grupo se encuentra igualmente
construido como objeto de conocimiento.
Retoma críticamente la teoría de la
organizaciones tales como la
teorización sobre los fenómenos
de poder, los procesos internos de
cambio y resistencia al cambio de los
grupos y las compulsiones de la burocracia,
ya que la organización es descrita en la
teoría de las organizaciones como
"grupo de grupos" o como el
gran grupo organizado. Los objetivos
de la organización se logran a través
del empleo de ciertos medios, y las
dificultades para el logro de los
mismos son conceptuadas como
disfunciones, sujetas a terapia social,
para lo cual se propone el análisis
estructural y funcional de la organización.
Los analistas institucionales interrogan:
¿qué es una función social u
organizacional? A diferencia de los
sociólogos funcionalistas positivistas
responden que existen además de las
funciones visibles, positivas las invisibles
negativas. "La fábrica tiene por función
visible producir automóviles o gas
natural, pero ante todo tiene por función
invisible producir ganancias" . Por lo
cual sostienen que el objeto empírico
positivo, lo explícito de la organización,
es la función oficial. En el curso de las
investigaciones analíticas institucionales
se trabaja con la hipótesis de que
la institución es lo invisible, lo implícito,
lo negativo de lo empírico, por lo cual,
la institución es el inconsciente político
de la sociedad.
El análisis de las relaciones de
producción no son inmediatamente
visibles, por lo que hay que develar
la cara oculta de estas relaciones,
lo reprimido social. Para hacer accesible
el sentido oculto de lo reprimido social
es necesaria la interpretación para
develar este sentido, que es siempre
el fundamento de las instituciones.
De ahí su método de indagación.
El conocimiento del inconsciente
político de la sociedad, la institución,
implica la intervención. En una situación
experimental de consulta las
dimensiones de análisis comprende
tanto la organización como la
institución, entonces es cuando el
análisis institucional se convierte en socioanálisis.
Para Mariano Ortega, hay que diferenciar
en el análisis de la realidad organizacional
cinco niveles: El nivel racional, el
estructural, el relacional, el político y el simbólico .
a). El nivel racional. Implica los fines de la
organización donde medios y fines se
articulan mediante la lógica de la
eficiencia y la efectividad, con insumos
y productos, en un esquema lógico
de estructuración formal.
b). El nivel estructural. Permite
comprender la estructura y los
procesos de la inserción de los
individuos mediante el establecimiento
de normas de conducta organizacional.
c) El nivel relacional. Se considera la
adecuación que existe entre las funciones
de carácter formal de la organización
y las necesidades de las personas, los
intereses, aspiraciones, motivos, metas,
así como el análisis de las interacciones
informales y las normas de conducta
que se deriva de tales interacciones.
d). El nivel político. Se analizan la
convergencia de intereses y el
conflicto por la consecución de la
supremacía entre individuos y grupos
por la búsqueda del poder.
e). El nivel simbólico. Tiene que ver
con los aspectos que legitiman
o confirman la pertenencia al grupo
o a la organización, con los rituales y
ceremonias comunitarias que dan
sentido de identidad.
La otra dimensión que concurre
para la explicación de la propuesta
indagatoria y de investigación
es la de orden estrictamente
institucional, concepción energética
y hermenéutica para el quehacer institucional.
Implica la lectura institucional como
doble efecto de fuerzas y de sentidos.
En la investigación activa del inconsciente
institucional de una organización dada,
se presentan resistencias, rechazos,
defensas, transferencias, cuyo fondo
siempre es el Estado, definido ya
como el condensado de la economía
y de las demás instancias, como resumen
de la formación social, y como el punto
de encuentro y sobredeterminación de
todas las transversalidades sociales.
La línea vertical de la institución, las
relaciones de poder piramidal, es
lo instituido y la horizontal, las
relaciones de paridad, lo instituyente
que niega los vínculos institucionales
como es el caso de la "nueva"
sociología de las organizaciones y
la psicología humanista, rogeriana,
gestaltista, y algunas propuestas
de autogestión. Las relaciones
verticales y horizontales de los
grupos que conforman la organización
definen la transversalidad, por ello
el grupo como tal se define en
oposición tanto a la verticalidad
como a la horizontalidad.
La transferencia institucional
es la estructura de la organización
que es objeto-soporte ya sea material,
técnico o simbólico, de aquello que
ocurre en la vida del grupo para los
sujetos implicados.
La segmentaridad son los
grupos de referencia y sistemas
de pertenencia, otras instituciones
que traen los individuos al grupo,
tales como la familia, el sindicato,
la escuela, la iglesia, grupo étnico,
lenguajes, etcétera.
El esclarecimiento de lo inconsciente
institucional se vincula no solo
a la intervención y consulta con
el analista institucional externo,
sino también al trabajo de analizadores
naturales y a los analizadores
históricos de las instituciones,
entonces es como el socioanálisis
interviene con ;
a). La situación analítica,
donde es posible descifrar
las relaciones que los grupos
y los individuos mantienen
con las instituciones, de manera
objetiva, imaginaria o fantástica,
en el análisis de una situación dada.
b). El analista puede ser el
consultor externo o algunos
dirigentes formales o informales
de la misma institución, capaces
de revelar lo inconsciente institucional.
c). El analizador es el catalizador
institucional, que permite revelar
la estructura de una institución
provocándole a hacerse manifiesta,
puede ser de orden psicosocial
que alude a la aspecto empírico del o
de los grupos, o bien psicoanalítico
que es el aspecto inconsciente del grupo
a través de un emergente. El analizador
se asocia a conductas económicas,
libidinales o políticas.
Solamente se han mencionado
algunas de las categorías
elementales del análisis institucional.
Mediante una metáfora se puede
comprende la relación existente entre
la organización y la institución:
se diría que la institución es
al alma como la organización es al cuerpo.
Kenny G - aliento
Kenny G - Forever In Love
LA MANO DE NADIE.