domingo, 14 de agosto de 2016

EL PODER DE LA ORACIÓN.

                                            



Creer en la eficacia de la oración es para muchos una dificultad, pues piensan que el otorgamiento de lo que se pide orando implicaría intervención arbitraria en las leyes de la naturaleza. 
La siguiente analogía puede ayudar a disipar esta dificultad: Si se sostiene un imán sobre unas limaduras de hierro, éstas se levantan y quedan suspendidas de él; pero esto no quiere decir que se está interfiriendo en la ley de gravedad. El punto de vista bahá'í es que la oración pone en acción fuerzas mayores que son todavía poco conocidas; pero no parece que haya motivo para creer que esas fuerzas sean más arbitrarias en su acción que las fuerzas físicas. La diferencia es que todavía no han sido bien estudiadas e investigadas experimentalmente, y su acción parece misteriosa e incalculable a causa de nuestra ignorancia.
Otra dificultad que deja perplejos a algunos es que la oración parece una fuerza demasiado débil para producir los grandes resultados que se le atribuyen. Otra analogía puede aclarar también esta dificultad: Una fuerza pequeña, aplicada a la compuerta de un dique, puede soltar y regular una enorme caída de agua que produce fuerza hidráulica; o, aplicada al timón de un gran barco, puede controlar el curso de éste. Desde el punto de vista bahá'í, la fuerza que responde a las oraciones es el Poder inagotable de Dios. La parte del suplicante consiste sólo en ejercer la pequeña fuerza necesaria para librar la corriente o determinar el curso de la generosidad divina, que está siempre al servicio de los que han aprendido a servirse de ella.


Oraciones Bahá'ís

. La grandeza del concepto y la profundidad de la espiritualidad reveladas en estas enunciaciones impresiona a todo estudioso reflexivo. Pero solamente haciendo de su uso una parte importante y regular de la vida diaria, puede ser perfectamente apreciado su significado y reconocido su gran poder para producir el bien. Aquí unas pocas y breves oraciones que insertamos a continuación. 

¡Oh mi Señor! Haz de tu belleza mi alimento y de tu presencia mi bebida; de tu agrado mi esperanza y de tu alabanza mi acción; de tu recuerdo mi compañero y del poder de tu soberanía mi socorro; de tu morada mi hogar y de mi vivienda la sede que Tú has santificado de las limitaciones impuestas a quienes están separados de Ti como por un velo.
Tú eres verdaderamente el Todopoderoso, el Todoglorioso, el Omnipotente.
Bahá'u'lláh

Soy testigo, oh mi Dios, de que Tú me has creado para conocerte y adorarte. Soy testigo en este momento de mi impotencia y tu poder, de mi pobreza y tu riqueza.
No hay otro Dios más que Tú, el que ayuda en el peligro, el que subsiste por Sí mismo.
Bahá'u'lláh

¡Oh mi Dios, oh mi Dios! Une los corazones de tus siervos y revélales tu gran propósito. Que sigan tus mandamientos y permanezcan en tu ley. Ayúdales, oh Dios, en sus esfuerzos y confiéreles fuerza para servirte. ¡Oh Dios! No los abandones a sí mismos, sino guía sus pasos con la luz de tu conocimiento y alegra sus corazones con tu amor. Verdaderamente Tú eres su Auxiliador y su Señor.
Bahá'u'lláh



¡Oh Dios! Refresca y alegra mi espíritu. Purifica mi corazón. Ilumina mis poderes. Dejo todos mis asuntos en tus manos. Tú eres mi guía y mi refugio. Ya no estaré triste ni afligido; seré un ser feliz y alegre. ¡Oh Dios! Ya no estaré lleno de ansiedad, ni dejaré que las aflicciones me fatiguen, ni que me absorban las cosas desagradables de la vida.
¡Oh Dios! Tú eres más amigo mío que yo lo soy de mí mismo. 



            



         
                                           

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