LOS CAMINOS SE ENTRECRUZAN
EN TIEMPOS REMOTOS.
SONIDOS DE ARENA Y COBRE
Veo cuerpos colgando
en los arenales distantes.
Sin oxígeno
cabizbajos
deambulan rostros
en penumbras
sobre el cemento
de Calama.
Alrededor
el desierto espera
al próximo visitante
para vaciar su desamparo.
No bastan las cervezas
para humedecer el polvo
de un sol persistente.
Ruidos de cobre
amortajan
a los habitantes fatuos
de una severa irrealidad.
El viento gime
entre las rendijas del dolor
que serán estas ruinas.
sábado, 12 de febrero, 2005.
Chuquicamata.
LA MANO DE NADIE
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