Soy protagonista de mi propia existencia y no sé qué hacer con ella. Me rodea por la cintura, invade mi tiempo que transcurre debajo de mis rodillas.
Me ahoga la vida con su muerte estrafalaria, se posesiona hasta el punto de ofrecerme el encantamiento y dejarme luego sin nada otra vez.
Lo cierto es que ya muy poco me seduce el tránsito de ocupar en algo este escaso tiempo.
Falta poco para llegar a la meta desconocida.
Falta un poco para iniciar otro nuevo quehacer.
Invades mis zonas mentales, entras a este punto donde, una especie de diálogo entre tú y mi escritura, que reposa tristemente, casi indefensa a la escrutadora máquina pensante, me estremece. Pero no me importa, sigo la ruta por el trazo indeleble hacia mi centro perpetuo.
(en la noche)
De a poco marchan las voces que acompañaron mis días. Hoy aparecen otras, me dicen cosas.
Palabras con formas oscuras, cubiertas de moho.
Palabras transparentes, con olor a sol y viento.
Palabras que están por nacer de unos labios vírgenes.
Palabras que descansan en la quietud del pensamiento.
Al igual que tú, yo también quiero palabras , no importa cómo vengan, aquí elijo las que me sirven y las otras, las guardo por si acaso.
La palabra es el cuerpo que transporta una idea. Pues bien, deseo devorar ese cuerpo con ansia de sibarita y así nutrir mi elemento, para rumiar después silenciosamente el resto de este andar.
(en la mañana)
MARCIA FLANDES.
JULIO, 2006. CONCEPCIÓN.
sábado, 9 de junio de 2018
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario