martes, 22 de diciembre de 2015

ESTA VIDA...LA SIGUIENTE.



¡OH HIJO DEL ALTÍSIMO!
He hecho de la muerte una mensajera de alegría para ti. ¿Por qué te afliges? He hecho que la luz resplandezca sobre ti. ¿Por qué te ocultas de ella? –Bahá’u’lláh–

Observaciones según la ciencia:

Un principio de la ciencia es que la materia (o la energía) no se crea ni se destruye, solamente se transforma. El pensar que algo puede desaparecer completamente es falso.

Al fallecer los átomos del cuerpo se separan y van a formar parte de la tierra y de otros seres pero no se destruyen. Cada átomo mantiene su individualidad: por ejemplo el átomo de oxígeno seguirá siendo oxígeno eternamente y el de hierro igualmente. Esa separación de los elementos que componen nuestro cuerpo es lo que llamamos muerte.

Podríamos decir que el espíritu es la energía que nos anima. Esa energía no está compuesta es como un átomo elemental, como por ejemplo oxígeno, que no se separa y continúa su existencia eternamente.

La ciencia nos dice que la nada absoluta no existe. No se puede destruir completamente lo existente. La muerte, la desaparición completa de un ser, es desde ese punto de vista imposible.

Lo que llamamos materia, es en realidad partículas de energía con apariencia sólida. Estamos hechos de partículas de energía.

Observaciones según la religión:

En general las diferentes religiones nos hablan de la importancia del espíritu y de que éste continúa viviendo después de la muerte. Muchas culturas antiguas incluyendo los egipcios creían en la supervivencia del espíritu

El mejor resumen sobre la vida después de la muerte en las diferentes religiones está en Wikipedia en inglés. La entrada en español no es tan buena.

La vida adquiere más sentido con la certeza de que la realidad nuestra es espiritual y que continúa viviendo después de esta vida terrenal. El hecho de que la vida continúa en un plano espiritual y que allí nos alcanza la misericordia y la justicia divina hace que las palabras de Jesús en las Bienaventuranzas del Sermón del Monte (Mateo 5:3-12) cobren realidad:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

Vida futura según los escritos bahá’ís

En los escritos bahá’ís se acepta que hay otras dimensiones, otras realidades, pero no se enfatiza el que nos ocupemos en ellas. Nuestro propio mejoramiento y el de la sociedad es lo más importante.

En esos escritos hay una analogía para describir esa vida futura: mientras estamos en el vientre de la madre desarrollamos los sentidos físicos que vamos a necesitar en esta vida. En ésta vida desarrollamos los sentidos espirituales que necesitaremos en la siguiente. El cielo y el infierno son nuestra cercanía o alejamiento a Dios.

Baha’u’lláh dice:

“Y ahora, referente a tu pregunta acerca del alma del hombre y su supervivencia después de la muerte, has de saber que, ciertamente, el alma después de su separación del cuerpo continuará progresando hasta que alcance la presencia de Dios, en un estado y condición que ni la revolución de las edades y siglos, ni los cambios o azares de este mundo pueden alterar. Perdurará tanto como perdure el Reino de Dios, Su soberanía, Su dominio y fuerza. Manifestará los signos de Dios y Sus atributos y revelará Su ternura y generosidad”.

“La naturaleza del alma después de la muerte nunca podrá ser descrita, ni es conveniente ni permisible revelar todo su carácter a los ojos de los hombres. Los Profetas y Mensajeros de Dios han sido enviados con el único propósito de guiar a la humanidad al recto Camino de la Verdad. El propósito fundamental de Su revelación ha sido educar a todos los hombres para que, a la hora de su muerte, asciendan, con la mayor pureza y santidad y con absoluto desprendimiento, hacia el trono del Altísimo. La luz que irradian estas almas es responsable del progreso del mundo y del adelanto de sus pueblos. Son como levadura que hace leudarse al mundo del ser, y constituyen la fuerza animadora por la cual se manifiestan las artes y maravillas del mundo. Por medio de ellas las nubes derraman su munificencia sobre los hombres, y la tierra produce sus frutos. Todas las cosas tienen necesariamente una causa, una fuerza motriz, un principio animador. Estas almas y símbolos del desprendimiento han provisto y continuarán proveyendo al mundo del ser con el supremo impulso motor. El otro mundo es tan diferente de este mundo como lo es éste del mundo de la criatura mientras está en el vientre de la madre”.

De igual manera podría describir la finalidad de los órganos en el feto, aparentemente no usa los pies, manos boca porque el espacio es reducido y sabemos que está en formación para algo superior, algo mayor que tendrá que utilizar fuera del vientre materno, esas manos, esas piernas y esa boca le permitirán valerse por sí solo, podrá caminar, correr, desplazarse sin poblemas en este mundo, con las manos realizará una infinidad de acciones, partiendo por alimentarse solo y así no tendrá que depender del cordón umbilical como lo hacía anteriormente, la boca la usará para alimentarse, comunicarse con el resto, etc. Seguirá desarrollándose y avanzando en este plano físico. Antes de partir de este plano físico e ingresar al estado que le sigue es importante que posea las virtudes espirituales como la bondad, el amor, la ternura, todas las buenas cualidades que serán como las manos, los pies, la boca, los oídos, etc, para poder acceder completo a esa nueva realidad, de no ser así tendrá dificultades, será como lisiado.