SIMULTÁNEAMENTE
A cada rato miraba, como asustada
y curiosa; se arrastraba lentamente
por la alcantarilla buscando el olorcito
a fetuccini que antes habían saboreado
esos labios carnosos y trogloditas
del lujoso local iluminado, demasiada
luz para ella que buscaba la oscuridad
protectora. Más arriba del edificio
pesaroso, otros labios humedecían
su delgada figura con un transparente
licor azucarado, asomado al balcón
para disfrutar las estrellas pálidas y
casi desmayadas su cuerpo se fue
deslizando lentamente hasta el vacío,
mirando con asombro vertiginoso las
ventanas intermitentes a su paso hasta
quedar tumbado frente a la otra mirada
atónita huidiza de rata...
LA MANO DE NADIE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario