- El hambre, la sed, la enfermedad y toda injuria corporal, son el dolor. El temor, la frustración, la desesperanza y toda injuria mental, son sufrimiento. El dolor físico retrocederá en la medida en que avancen la sociedad y la ciencia. El sufrimiento mental retrocederá en la medida en que avance la fe en la vida, esto es: en la medida en que la vida cobre un sentido.
- Si acaso te imaginas como un bólido fugaz que ha perdido su brillo al tocar esta tierra, aceptarás al dolor y al sufrimiento como la naturaleza misma de las cosas. Pero si crees que has sido arrojado al mundo para cumplir con la misión de humanizarlo, agradecerás a los que te precedieron y construyeron trabajosamente tu peldaño, para continuar en el ascenso.
- Nombrador de mil nombres, hacedor de sentido, transformador del mundo... tus padres y los padres de tus padres, se continúan en tí. No eres un bólido que cae, sino una brillante saeta que vuela hacia los cielos. Eres el sentido del mundo y cuando aclaras tu sentido, iluminas la tierra. Cuando pierdes tu sentido, la tierra se oscurece y el abismo se abre.
- Te diré cuál es el sentido de tu vida aquí: humanizar la tierra! ¿Qué es humanizar la tierra? Es superar el dolor y el sufrimiento, es aprender sin límite, es amar la realidad que construyes.
- No puedo pedirte que vayas más allá, pero tampoco será ultrajante que yo afirme: "Ama la realidad que construyes y ni aún la muerte, detendrá tu vuelo!".
- No cumplirás con tu misión, si no pones tus fuerzas en vencer el dolor y el sufrimiento en aquellos que te rodean. Y si logras que ellos, a su vez, emprendan la tarea de humanizar al mundo, abrirás su destino hacia una vida nueva.
Extracto del libro
HUMANIZAR LA TIERRA (Silo)
El sufrimiento es de naturaleza mental. No es un hecho sensorial del mismo tipo del dolor. La frustración, el resentimiento, son estados de los que también tenemos experiencia y que no podemos localizar en un órgano específico, o en un conjunto de ellos. ¿Es que aún siendo de naturaleza diferente actúan entre sí el dolor y el sufrimiento? Por cierto que el dolor motiva también al sufrimiento. En tal sentido, el avance social y el avance de la ciencia hacen retroceder un aspecto del sufrimiento. Pero específicamente, ¿dónde hallaremos la solución para hacer retroceder el sufrimiento?. Esto lo hallaremos en el sentido de la vida y no hay reforma ni avance científico que aleje el sufrimiento que da la frustración, el resentimiento, el temor a la muerte, y el temor en general.El tema de la catarsis en la Literatura ha sido ampliamente tratado desde muy diferentes puntos de vista.Sin embargo, no por ello deja de tener interés si consideramos que se trata de algoimportante para la persona y que el efecto catártico de la expresión verbal, oral y escrita,con valor estético o sin él, tanto para el emisor como para el receptor, es y será siempre unmodo de liberación personal, de ayuda y de reflexión ante situaciones problemáticas que lavida plantea a cualquier ser humano. Cambian las circunstancias sociales, políticas,contextuales, económicas, etc., pero la condición humana sigue siendo la misma.Estudiando el comportamiento de las personas en la historia se puede afirmar que el problema vital de cualquier hombre o mujer se convierte en el problema del resto, pues su constitución no varía a lo largo del tiempo. A pesar de lasdiferencias existentes entre unos individuos y otros, los interrogantes son idénticos en elfondo de cada uno de ellos. El ser humano es todos ellos. Por eso la creación artística, alejercer su función catártica, pretende llegar a un conocimiento que ilumine el mundo antesque describirlo o hablar simplemente e él, porque la realidad de los objetos cotidianos einmediatos que definen el horizonte del ser humano, se instala bajo una nueva luz por laintervención de esa creación artística. La elaboración y recepción de los textos son losresultados de unos procesos complejos en los que intervienen autor(a) y lector(a); ambosprocesos están determinados y son explicables por los múltiples factores de índolepsicológica y sociológica, insertos todos ellos en un espacio histórico y cultural.En el caso concreto que nos ocupa: “la creación narrativa como superación del dolorante la muerte”, es imprescindible recordar la definición y los límites del concepto decatarsis partiendo, aun a riesgo de repetir planteamientos ya realizados anteriormente, de la definición aristotélica de tragedia: “imitación de una acción elevada y completa, dotada de extensión, en un lenguaje templado, con formas diferentes en cada parte, que se vale de la acción y no de la narración, y que, por medio de la compasión y del temor, produce la purificación de todas las pasiones”, para afirmar que el efecto terapéutico de la Literaturaes uno de sus fines desde la época clásica. Aristóteles tomó el término catarsis del lenguajemédico, en el que designaba un proceso purificador que limpia el cuerpo de elementosnocivos y un proceso de depuración terapéutico o místico. Pero el filósofo griego no piensaen un proceso de purificación terapéutico o místico, sino en un proceso purificador denaturaleza psicológico-intelectual: en el mundo torvo e informe de las pasiones y de lasfuerzas instintivas, la poesía trágica, concebida como una especie de mediadora entre lasensibilidad y el logos, instaura una disciplina iluminante, impidiendo la desmesura de laagitación pasional. Aristóteles, en efecto, no propugna la extirpación de los impulsosirracionales, pero sí su clarificación racional, su purificación de los elementos excesivos yviciosos. De aquí se puede deducir una manera de utilizar la Literatura como un medio deliberación personal.La cuestión de los efectos catárticos de la Literatura no volvió a interesar hastamuchos siglos después de Aristóteles, cuando, en el siglo XVI, la Poética, comenzó asolicitar la atención de estudiosos y a originar un poderoso movimiento de teorizaciónliteraria. El problema de la catarsis y de sus implicaciones morales aparece como puntofundamental de reflexión, y el texto de la Poética sobre la tragedia es objeto de muchas ydiversas investigaciones. En este amplio movimiento de teorización literaria encontramosdos interpretaciones fundamentales:A- Interpretación moralista: La que considera que Aristóteles quería significar quela tragedia purificaba no sólo la compasión y el temor, sino también otraspasiones como la ira, la lujuria, la avaricia. La purificación se produce porqueestas pasiones viciosas son sustituidas por sentimientos parecidos a la caritascristiana.B- Interpretación mitridática: Insiste en que la poesía trágica tiene un finterapéutico de tipo preventivo mediante la clarificación racional de las pasiones.El espectador al ver las desgracias de los personajes, deduce que él también essujeto posible de las mismas desventuras y poco a poco se hace inmune a ellasfortaleciendo su ánimo para soportarlas, si acaso le suceden. La poesía trágicapresenta la condición humana como en un espejo brillante, y quien contempla ental espejo la naturaleza de las cosas, la variedad del mundo y la flaqueza delhombre, anhela obrar como persona sensata y guardar el equilibrio de ánimoante tales situaciones adversas6.La función catártica se extendió a toda expresión literaria e, incluso, a todaexpresión artística más allá de la tragedia aristotélica. El hombre interpreta la obra literariacomo una forma de liberación y superación de elementos existenciales adversos ydolorosos, como una búsqueda de paz y de armonía íntimas, tanto en el plano del escritorcomo en el plano del lector. E, interesa destacar, en este punto, que la catarsis no se debeconfundir con la evasión. La segunda es olvido o distracción, mientras que la catarsis esvalerosa asunción del dolor y de la fatalidad con que el hombre se enfrenta. La catarsis,entendida como efecto general del arte, no significa nunca una actitud lúdica de la actividadartística o una evasión hacia el mundo imaginario para eludir los problemas, sino elasumirlos desde una posición artística, distanciada y fuerte, con un sentido serio de la vida,que tiende a racionalizar lo irracional y lo desmesurado.Los efectos terapéuticos de cualquier experiencia del arte como actividadencaminada a la mitigación de deseos insatisfechos7, de descarga de tensiones, de plenitud momentánea, de solución de contradicciones vitales, de catarsis, en definitiva, aumentanconsiderablemente por el intercambio físico y directo que se produce gracias a la oralidado, en su defecto, a la conexión entre autor y receptor a través de un texto escrito. El propioFreud explicando su proximidad a Aristóteles afirma textualmente:“Si, como desde los tiempos de Aristóteles viénese admitiendo, es la función deldrama despertar la piedad y el temor, provocando una “catarsis de las emociones”,bien podemos describir esta misma finalidad expresando que se trata deprocurarnos acceso a fuentes de placer y de goce yacentes en nuestra vidaafectiva”8.Se produce así un profundo efecto de la obra de arte capaz de restablecer elequilibrio del alma humana9.Y, en este sentido, el hecho de contar lleva consigo un componente afectivo muyimportante mediante el cual, la conexión con “el otro” es palpable, es vivida y sentida yproporciona una sensación de compañía que funciona como punto de encuentro entre elemisor y el receptor. Octavio Paz hablaba de salir de uno mismo para encontrarse con elotro como comunión y liberación10. Se trata de compartir una historia, una historia real oinventada que conduce a la reflexión o despierta la imaginación y la fantasía, y no importatanto el tipo de historia como el hecho de tener una vivencia en común. En consecuencia, laacción terapéutica funciona en un doble sentido; para el que habla o escribe y para el queescucha o lee. El primero con su historia sale de sí mismo y entra en otro mundo, que va acompartir con su auditorio haciendo de canal de comunicación. Pero, si además de canal, esel creador, la acción terapéutica del hecho de contar multiplica sus efectos sobre el que“cuenta”, proporcionándole la posibilidad de expresar sus propias inquietudes,preocupaciones y fantasías, su mundo posible, soñado, deseado o vivido, a través de sucreación. El segundo recibe, mediante la actuación del autor, la oportunidad de identificarsecon un protagonista y sentirse él también protagonista subsidiario de la acción por la“ilusión”. Así puede abandonarse sin vergüenza a sus impulsos coartados, dejándose llevar por las emociones, pues, aunque no se consiga la experiencia estética ni ningún otro tipo deexperiencia o vivencia artística, el hecho de contar y de percibir un relato, fantástico o real,único, siempre produce los efectos terapéuticos de compartir algo con alguien como modode superar la soledad, consciente o inconscientemente.Y todo lo anterior es posible partiendo de la base de que una de las cualidadesfundamentales del hombre, quizá la característica esencial de su condición humana, es sucapacidad de comunicarse mediante el lenguaje, es decir, de poder hablar y escribir, y noresulta complicado añadir que esa posibilidad de comunicación a través de la palabraadquiere dimensiones especiales en algunos momentos puntuales de la vida.“Suelen ser relativamente variadas las respuestas que exponen los creadores sobrelas razones que les llevaron a iniciar la afición creativa, desde los que asientan elorigen en una circunstancia ocasional, como puede ser una enfermedad y elconsiguiente retiro involuntario, o incluso la creación como terapia, o bien unaaspiración, o decepción amorosa concreta, o tal vez la necesidad de crear suespacio como individuo en su círculo de relaciones, o simplemente la voluntad decomunicación y expresión, hasta los que plantean la cuestión también desde elplano de una vocación casi genética, lo que me resulta más difícil de creer”Cuando el ser humano toma conciencia de su existencia, su necesidad más urgente ydifícil es la de encontrar un significado a su vida. Mucha gente pierde el deseo de vivir ydeja de esforzarse, porque ese sentido ha huido de ellos. La comprensión del sentido de lavida no se adquiere repentinamente a una edad determinada ni cuando se llega a la madurezcronológica, sino que, por el contrario, obtener una comprensión cierta de lo que es o de loque debe ser el sentido de la vida, significa haber alcanzado la madurez psicológica. Eselogro es el resultado final de un largo desarrollo. En cada etapa buscamos, y hemos de sercapaces de encontrar, un poco de significado congruente con el que ya se han desarrolladonuestras mentes. Y es en la edad adulta, física y psicológica, cuando podemos obtener unacomprensión inteligente del sentido de la propia existencia en este mundo a partir denuestra experiencia en él. Sin embargo, a veces, ante determinados acontecimientos inesperados, ese proceso lento de sabiduría vital, se precipita y provoca, junto a una tomade conciencia también inesperada, la necesidad urgente de comunicar lo vivido, decontarlo; necesidad que se traduce, al final de una reflexión personal, en un libro. Asíocurre cuando alguien fundamental en nuestra vida, un ser cercano y querido, muere.Y es precisamente ese acontecimiento, la muerte, el origen de la novela de SoledadPuértolas: Con mi madre, que voy a comentar a continuación como ejemplo de todo lodicho anteriormente. Muerte que siempre llega sin avisar por mucho que la esperemos endeterminadas situaciones de enfermedad. Ella misma nos confiesa: “Hasta que llega elderrumbe, la muerte. Siempre nos coge por sorpresa la muerte. La muerte de mi madre sehabía ido anunciando, pero me cogió por sorpresa”. En esta ocasión Soledad Puértolaslleva su indagación en el ser humano hasta ella misma conduciéndola a diagnosticar elporqué de ese dolor que le causó la muerte de su madre, a preguntarse qué hacía con esapérdida y cómo la convierte en algo que le ayude a vivir. Así nació su novela.Se trata de un libro en primera persona, un libro autobiográfico17 con una claraintención terapéutica por parte de la escritora tal como nos dice desde el principio y enmúltiples ocasiones a lo largo de su lectura, de las que he entresacado unos cuantos textos que transcribo literalmente porque me parecen suficientemente elocuentes para citartextualmente:“Mi madre murió el 26 de enero de 1999. Desde ese día, por necesidad, para nosentirme desbordada por el dolor, he ido escribiendo sobre ella, sobre lo que hasignificado su vida y su muerte. No es en absoluto fácil vivir en su ausencia, sinescuchar esa voz cada vez más enronquecida que irrumpía en casa a través del hilotelefónico...” “He escrito sobre mi madre, pero sé que no puedo abarcar su vida.Sé, también, que mis sentimientos acerca de su vida y su muerte han ido cambiando,porque el tiempo me ha ido dando nuevas perspectivas desde las que veo a mimadre, de forma nueva. Busco verdad y consuelo, busco poder vivir con la ausenciade mi madre, con el dolor que la poseyó y con ese final que en cierto modo yoconsidero voluntario, sosegado. (...) Vivir tratando de lograr que el respeto y elamor se impongan sobre la añoranza. Que mi vida con ella y mi vida sin ella seenlacen. Y que la luz que siempre brilló en el fondo de sus ojos se guarde dentro demí y no se extinga. Aceptar el drama, pero no quedarme en él. (...) Son muchas, sinduda, las posibles omisiones que he cometido en estas páginas, pero no quiero queeste libro dedicado a mi madre se convierta en algo inacabable. Es el momento deaceptar que, aunque el tiempo que a partir de ahora va a transcurrir y que seguirátransformando la relación con mi madre, lo que ya tengo en las manos me puedeservir. Ofrecérselo –a ella y a todas las personas que lo quieran leer-, hacer, en fin,públicas mis evocaciones y reflexiones, nos ayudará a las dos”. (...) Es todo loque pido: rebeldía. No ceder jamás. Resistir. Mi madre. Su casa está vacía. Nopuedo alejarme de ella. Tengo que estar aquí, cerca. El verano es lento y me gustaque sea lento. En cierto modo desearía que no se acabara nunca. Escribofebrilmente, escribo lo que sale del alma. Un alma rota, perdida, desconcertada.Tengo que quedarme aquí y escribir todo esto. No esto, lo que ahora estoyreleyendo y corrigiendo, sino lo que escribí el verano de 1999 y no quiero releerahora. No quiero volver atrás. Nunca me ha gustado volver atrás. No he vueltoatrás en toda mi vida. Ni siquiera ahora. Es ella, mi madre, la que viene a mí”.(...) “He puesto título a estas páginas: Con mi madre. He creído vivir siempre allado de mi madre, con ella. Ahora que ella ya no está aquí, sigo viviendo con ella(...) Voy a vivir con ella, me digo en el silencio de esta fría tarde otoñal, voy a vivircon todo lo que tengo”. (...) No podía dejar mi casa, no podía alejarme deMadrid, la ciudad donde había muerto mi madre. Escribía febrilmente en aquelvestíbulo abarrotado. Mañana, tarde y noche. Escribía sobre una mujer queacababa de perder a su madre, una mujer que, inmersa en la mayor desolación,buscaba desesperadamente la forma de sobrevivir.En mitad del otoño, abandoné la novela. Escribí muchos artículos y, finalmente,empecé a escribir sobre mi madre. He escrito estas páginas instalada en el sofá delcuarto de estar, con el ordenador portátil sobre un cojín colocado sobre mi regazo.Rodeada de fotografías de mi madre y de mis hijos”. “Pero la vida, después de sumuerte, se ha enturbiado mucho. No es fácil encontrar el centro del que puedopartir. La Literatura no ha salvado nunca al creador: Le ayuda, como ayuda a loslectores.Busco ahora palabras que puedan definir lo que siento. La incertidumbre, eldesconcierto y el dolor de su ausencia, unida al deseo de felicidad. El mío y el suyo.Tuvo que ser feliz, me digo, conoció la felicidad. Debo ser feliz. Dondequiera queesté, mi madre me lo pide. También por mí, dice.Supongo que no es casual que en el primer capítulo de este libro haya hechoreferencia a la importancia que Dios o la religión tuvieron en la vida de mi madre yque esa importancia me llevara a considerar otra: la de mis amigos. Mi madrenunca los juzgaba –ni a ellos ni a nadie- desde las categorías del bien y del mal.Creo que la idea del mal no le cabía en la cabeza”. (...) La negación es amarga yhunde, socava, destruye. Veo ahora la vida de mi madre como una cadena deafirmaciones, un largo viaje apoyado en innumerables síes. Ochenta y dos años deafirmaciones. (...) Me mira y sigue andando, apoyada en sus afirmaciones. Recorreochenta y dos años". Con estas últimas palabras acaba la novela.Los textos entresacados de la novela de Soledad Puértolas son tan elocuentes que nonecesitan explicación alguna. Escribe para liberarse de su dolor, se identifica plenamentecon su madre y todo lo vivido a su lado y, analizando todos los recuerdos que se agolparonen su mente tras su muerte, los va narrando, los va asimilando y el resultado es una novelaautobiográfica, desde luego, pero en la que tiene cabida la creación estética aunque sinficcionalidad. Sus palabras están llenas de emoción y su discurso pretende serautentificador, quiere mostrarnos una imagen verdadera, lo que sintió y lo que vivió consu madre, durante su vida y tras su muerte, con bastante lujo de detalles desde su infanciajunto a ella hasta los últimos días de su existencia. El final es esperanzador. Su novela hacumplido, en la medida de lo posible, la finalidad terapéutica pretendida, aunque no hayque olvidar que “el yo que escribe nunca es el yo que existe. Es otro yo, desdoblado, en elacto de la memoria (el yo que recuerda) y que se constituye narrativamente en el curso desu escritura acerca del yo que fue”. Precisamente en esto radica la poeticidad posible delacto de creación. En esta novela en concreto hay que observar que la madre de la autoramurió en enero de 1999 y que el libro se publicó en el año 2001, lo cual significa que susrecuerdos y sentimientos se fueron acumulando y, a los dos años de la muerte de su madre,se transformaron en un libro con una fuerte carga emocional capaz de conectar conmúltiples lectores que hayan pasado por situaciones semejantes y pueda ejercer sobre ellosun efecto terapéutico positivo o simplemente una experiencia estética de lectura paracualquier receptor.Sin embargo, no se trata de una de sus mejores creaciones desde el punto de vistaartístico, algunas descripciones carecen de interés general y no hay una trama argumentalde una novela “típica”. Esta falta de valor estético ocurre con frecuencia cuando se trata deun texto con pretensiones de realidad. Puede ocurrir en estos casos que la narración pierdasu principal encanto: “el de servir de vehículo para expresar lo misterioso, lo posible eincluso lo improbable, y, sin el auxilio de la imaginación, caería de forma indefectible en la redundancia y la monotonía”. Algo así sucede en esta novela. Tampoco es una colecciónde relatos aislados. Es, simplemente, un testimonio personal ante un suceso tan dolorosocomo la muerte de su madre con una finalidad catártica, especialmente por la unión tanestrecha que habían mantenido a lo largo de toda su vida, incluso en las etapas en las que laescritora vivió fuera de España mediante cartas diarias y, siempre, llamadas telefónicastambién diarias cuando ya no vivían juntas.La autora se hace mujer a partir de la relación con su madre asumiendo que es hija,al igual que mujer y madre. Su libro es un ejercicio introspectivo de indagación, que,deliberadamente no ha querido construir a partir de entrevistas con personas que conocierona su madre. Se trata del desarrollo de la personal relación madre e hija. La narraciónrepresenta el (re)conocimiento del “otro” que incluye, a su vez, un acto de gratitud “haciami madre por haber existido ochenta y dos años, por haber podido conocerla y quererlamás a lo largo de esos años”.La escritura de todo el libro ha supuesto para Soledad Puértolas un sentimiento deafirmación de la madre, en contraste con la negación que representó su muerte, y quizás,por eso, el mejor acto de afirmación haya sido continuar escribiendo, porque escribir es ensí un acto de optimismo. La novela representa tanto la acogida que una hija le hace a sumadre, como el proceso que ha seguido la escritora para volver a aprender a andar sin lapresencia física de ella después de su muerte. Ha aprendido a leer y escuchar los silenciosde su madre. Ahora necesita enseñarse a sí misma a sostenerse en el espacio que hay entreel “ella” y el “yo”, sobre todo porque su madre la mira y sigue andando, apoyada en susafirmaciones a las que llega volviendo atrás y buscándola, día a día, año tras año, desde quenació hasta que se quedó sin ella, y comunicándolas a través de su obra como el modo máseficaz de conseguirlo...
LA MANO DE NADIE.
viernes, 7 de mayo de 2010
DOLOR, SUFRIMIENTO Y SENTIDO DE LA VIDA
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