Comienza la Teletón parafernálica, cruzada televisiva
que oculta y deja abultadas ganancias tanto a los
empresarios como a cuanto artista sube a un escenario.
Aquí comienza la lucha que no todos quieren ver,
la lucha de volver a la televisión con el pretexto
de ayudar. Comienza la maquinaria publicidad
de los distintos holdings por atrapar al consumidor,
haciéndoles ver su compromiso social y su más
abnegada preocupación por los más necesitados.
Codazos por aparecer, aunque sea por algunos
segundos, frente a la “virgen obesa de la
solidaridad chilena”, como lo dijera alguna vez Lemebel.
Sin duda lo que más molesta es apreciar cómo
utilizan a niños para ablandar el corazón de los chilenos.
Es necesario que el Estado chileno se haga cargo
de una responsabilidad que le compete: ser
garante del bien común en el ámbito de la discapacidad.
Le corresponde al Ministerio de Salud entregar fondos
para no tener que exponer, cada cierto tiempo,
a niños de familias humildes, con la finalidad de
sacudir el espíritu de los chilenos. Nos traspasan
una obligación y nos hacen cargo de un posible
fracaso. No estoy en contra de la solidaridad,
sino en contra de endosarles a los chilenos
obligaciones que el Estado tiene con los más
pobres. Escribo desde la Región de Magallanes,
donde participamos de nuestra propia Jornada
por los Niños Impedidos de Magallanes,
porque a esta región no llegan los dulces
dividendos de la Teletón.
Rosendo Miranda Carrasco
Porvenir
No hay comentarios:
Publicar un comentario