Senado vendió a Monsanto la semilla campesina e indígena
La noticia pasó totalmente inadvertida en medio de las movilizaciones contra Hidroaysén, el paro estudiantil y caso Kodama. Ni la televisión ni las radios ni menos la prensa escrita informaron sobre esta decisión que dejó a muchos estupefactos pues significa un gravísimo problema alimentario para Chile. En palabras simples, con el “acuerdo” de los senadores, Monsanto, conocida en todo el mundo por su elaboración y comercialización de semillas transgénicas, será la dueña de nuestros vegetales, hortalizas y frutas, en corto plazo. Esto, porque la empresa poseerá las patentes de todos los tipos de semilla que existan en el país, por lo tanto, como dueña de la marca “tomate chileno” (por Ej.) podrá cobrar derechos a todos quienes lo cultiven pues usaron sus semillas para hacerlo. El asunto es grave y muy, muy grave. No se entiende cómo un grupo de senadores que supuestamente trabajan para el país, entregan a la venta algo tan sensible como las semillas: el inicio de toda la cadena alimenticia, de todo el ciclo, algo ancestral, que está en la tierra, y donde al menos culturalmente, reside gran parte de la escasa identidad que tenemos los chilenos como pueblo. Cuando Chile aprobó el TLC con Estados Unidos, el poeta y abogado Armando Uribe señaló tajante en una entrevista que con ese acuerdo “nuestro país desaparece como tal y pasa a ser una colonia norteamericana”. Lo acusaron de alarmista, de loco, pero jurídicamente, Uribe tenía toda la razón. Una de las cláusulas más importantes del TLC es que Chile no puede cambiar las “reglas del juego”, entiéndase, el capitalismo desregulado o neoliberalismo salvaje. En este caso de las semillas, también, justamente, los defensores del proyecto aludieron a los TLC suscritos por Chile con Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, argumentando que estábamos obligados a firmar el convenio. . Así que ya lo sabe, si tiene semillas de algo, guárdelas como recuerdo, porque ahora Monsanto es el dueño, y quien quiera cultivar tendrá que comprárselas año a año, sin posibilidad que el campesino las guarde para volverlas a sembrar pues constituirá robo, toda vez que la “Empresa” es el propietario legal del total de la cosecha y no admite que retengas una parte, por más que alegues que crecieron en tu campo, con tus cuidados, o que forman parte de un legado de la naturaleza. Ya no...ahora tienen propietario legal. Las consecuencias de esto para el campesinado de India, México, el propio EEUU, etc., y para los consumidores del mundo, han sido catastróficas pues Monsanto controla toda la cadena producción-comercialización, desde la semilla hasta la cosecha, fijando los precios a su arbitrio tanto en la compra como en la venta y, estableciendo condiciones leoninas para ello, tales como, la compra y uso obligado de los pesticidas de su fabricación. Lo que los senadores acaban de aprobar es el Convenio Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales, UPOV 91 , nombre de fantasía de Monsanto y otras depredo-empresas para ocultar su identidad e intenciones. El precio de los alimentos, según FAO, se encuentra actualmente en los niveles más altos de la historia gracias a estas prácticas En Chile, el exitoso lobby empresarial para que nuestro país adhiriese a UPOV 91, fue encabezado por Monsanto a través de ChileBio con el apoyo de ANPROS y del Diario Financiero, virtual vocero de esta depredación. El gobierno y senado chileno finalmente se rindieron a la presión adicional del Presidente Obama, cercano a Monsanto, quien traía en su agenda de visita a Chile, el tema del respeto a la propiedad intelectual y que se refería precisamente, a esto que acaba de materializarse. LA MANO DE NADIE. |
lunes, 23 de mayo de 2011
Senado vendió a Monsanto la semilla campesina e indígena
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
poR LA CONXASUMADRE HERMANA WN...NO PUEDO CREERLO WN...KEDÉ PA' LA KAGÁ...
ResponderEliminar