domingo, 18 de marzo de 2012

INVIERNO DE CRISTAL




           Esa noche caminaba confiada pensando que el mundo era suyo apenas, a los 15 años. La flor que sostenía en su  mano temblaba al caminar con la cadencia  juvenil.
Aún había gente por las calles a las 11 p.m, la brisa gélida hacía presagiar que sería eterna. Podía sentir el halo de unas ropas sucias, en alguna parte que no sabía precisar, puesto que el viento dispersó todo vestigio.
       Tal vez la distrajo la música que seguía sonando en su memoria y el sabor del jugo de mandarina en sus labios cerrados, apretados por retener el aire tibio de su cuerpo. Las imágenes alegres de sus amigas la trasladaron por milésimas de segundos....Sin poder siquiera reaccionar al salto de pantera en su costado, alguien silencioso le apretó con fuerza como si fueran muy íntimos y la arrastró a un cerro barroso con matorrales, incrustándole casi un cuchillo mohoso en las costillas. La luna brillante pudo delatar el rostro del semihombre,  que pretendía despojarla de su inocencia. Las medias comenzaron a romperse con las espinas que salían a su paso, la llevaba en silencio hasta encontrar un sitio más oculto para poder concluir lo que en su mente se había gestado horas antes.
        La delicada voz cantarina de ella lo sobresaltó y le ordenó callar. En un momento en que él se  descuida, ella le arrebató el arma y quedaron frente a frente como desafiantes. Un espasmo recorrió el envejecido cuerpo de ese pobre ser que tosía insistentemente. La joven lo miró con fiereza y ternura a la vez, luego le entregó el arma y le dijo: -necesitas ayuda, te ves enfermo, debes cuidarte, puede ser grave.....
Esas palabras retumbaron en su cabeza y el desconcierto se apoderó de él, tapó su arrugada faz con ambas manos como avergonzado y adolorido..... se produjo un largo silencio hasta que comenzó a caminar por la escarcha del sur chileno, invitándola a seguirlo, pero ya no a la fuerza.
      En la esquina de su calle,  que la devolvería a esa cálida morada maternal, se detuvo y le dijo - ya me puedo ir sola.....
Entonces el andrajoso se inclinó para decirle al oído que le regalara su diminuta braga como recuerdo..................



 

LA MANO DE NADIE.


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