martes, 27 de abril de 2010

LA SATURACIÓN DEL DISCURSO







Aunque el elogio de la palabra ha tenido,
tiene y tendrá defensores enérgicos, por
constituir una de las causas más nobles a
favor de la comprensión humana; cualquiera
que practique el lenguaje hablado más allá
de las formas instrumentales para denominar objetos,
paisajes o funciones se ha encontrado en los límites
inherentes a las mismas palabras y con el choque
intercultural y psicológico entre personas.
Para hablar bajo el prisma de la comunicabilidad
son necesarias las unidades sígnicas con
transporte de significado en tanto que medio
o instrumento, los hablantes con deseo intencional
de comprensión y la expansión suficiente de
un tema que dé de sí lo necesario para ser
captado en lo esencial. Sin estos tres factores
y su complementariedad el proyecto comunicativo
se viene abajo. Si hay lenguaje pero los hablantes
están usurpados por fanatismos que no escuchan
no hay resultados en el entendimiento. Si hay
intención comunicativa concurriendo con suficiencia
la premisa subjetiva pero no hay coincidencia
lingüística o se dan valores distintos a las voces
sonoras o gráficas; el resultado comunicante será
un galimatías. Si no hay obstáculo en ninguno de
esos dos campos pero el lugar de exploración del
discurso va más allá de las posibilidades intelectivas
y del propio conocimiento científico puede pasarse
a un magma de letras donde cada interlocutor cree
estar entendiendo lo que el otro dice sin estar
seguro de lo que él mismo aporta.
Junto a todo esto no se puede olvidar que las
sociedades modernas son responsables de un
nuevo tipo de síntoma en sus residentes: el de
la saturación. La gente está saturada ante
objetos de todo tipo, ofertorios, ideas, propuestas,
programas televisivos y una cascada de pretendidas
innovaciones de las que está excesivamente cargada.
La saturación es tanta que en los casos extremos
hay personas que ya no quieren saber nada más
de nada. Llegar a estar conclusión es terrible
pero las personalidades resentidas se defienden
adoptándola como criterio de supervivencia.
Se ha dado un significativo salto cualitativo de
aquella antigua advertencia del “no quiero
saber ya nada más de ti” cuando una persona
acaba harta de otra, al “no quiero saber nada
más de tal o cual asunto, de tal o cual programa,
grupo, gente, empresa o historia”. La cosa no
ha hecho más que empezar. La vieja imagen
del eremita aislado como sinónimo de felicidad
completa volverá a tener su apogeo. Las maneras
de desconexión de lo que nos llega del otro son
múltiples. También en situaciones particulares
cuando este otro es el partner o algún conviviente.
El “sí-cariño” como automatismo verbal de los
maridos mas bien silenciosos frente a sus esposas
verborrágicas es algo más que una simple
cordialidad estática, pone una nota de humor
al fracaso de la comunicabilidad. De alguna
manera nos hemos de defender los unos de los
otros y todos de todos en todas aquellas cosas
que no nos interesan en lo más mínimo sin por
eso perder la oportunidad de la relación y la
potencialidad de sus cosas buenas. No nos interesa
recibir cualquier clase de textos en nuestro
correo electrónico ni participar en cualquier
clase de conversaciones en la cafetería o en
las reuniones de sobremesa. Tampoco nos
interesa todo lo que pueda decirnos nuestro
cónyuge o nuestro amigo. Esa selección de la
palabra nos lleva a pulir un complejo mecanismo
de filtraje de las entradas verbales. El síndrome
de saturación del discurso tiene una larga
trayectoria de previas. Cambiar de canal
en los minutos publicitarios, o de las noticias
que dan sobre fútbol, o de la música que está
sonando o del imbécil que está hablando
haciéndonos perder un precioso tiempo eran
ya indicadores de discriminación cualitativa
y de saturación, por consiguiente, de aquello
que no gustaba. He comprobado que se puede
vivir inmerso en un mundo telemático durante
docenas de años y no saber absolutamente
nada de nada de algunos campos de información
en los que no se quiere entrar. Soy un absoluto
ignorante sobre football y tauromaquia y prefiero
seguir en mi condición de no saber nada.
Un dispositivo mental hace que no escuche
según que cosas y no me quede ni siquiera
con los datos más destacados como nombres
de jugadores o ligas. La cosa no acaba ahí.
He comprobado que se puede vivir en el
mundo de espaldas a todo lo que no interesa
de él. La realidad no es más que una espiral
de círculos de realidades. Estar en unos no
obliga estar en todos.
Ya las pautas de la naturaleza de cada uno
marcan una dinámica de opuestos entre los
momentos de estar con los demás y en los
que se quiere estar solo. Prematuramente
todos afirmamos la necesidad de no ser
molestados en los actos más básicos de las
funciones corporales entre las fases de reposo
(y por lo tanto autoasilamiento) y las de
actividad (y por lo tanto interacción y juego
social). Begoña Huertas que debutó en la
novelística con Déjenme dormir en paz puede
inducir a una parodia aún más extrema de la
vida moderna bajo el síndrome de saturación.
Su título sería más o menos así: déjenme vivir
sin la presencia de uds.
Si contáramos el tiempo gastado en atender
cosas que no nos interesan seguramente
nos alarmaría, matemáticamente, saber que
podríamos llenar la vida de contenidos mucho
mejores. Basta con vaciarla de contenidos nefastos
para tender a llenarla con contenidos interesantes.
Todos los tiempos sumados a auditar shows
televisivos para majaderos, noticias que nos
mienten, conversaciones deplorables con colegas
profesionales que no arrojan ningún balance de
positivos, discusiones reiterativas, lecturas repetidas
y atenciones al teléfono de agentes comerciales
que nos proponen tal o cual maravilla doméstica;
nos proporcionarían una cifra alarmante.
Para quienes solo buscan entretenimiento ya
les vale, para quienes buscan vivir la vida les
toca hacer una criba pronto. Cuando ésta al final
se establece con un conjunto de criterios: no leer
propaganda comercial superflua, no contestar
automáticamente al teléfono o a la puerta cuando
sus respectivos timbres suenan, no enchufar la
radio o la tele por sistema, no admitir que el
primer vampiro con el que coincidamos nos
explique sus desgracias para que le ayudemos
a remontar su interés por la vida, no leer cualquier
cosa que nos dan, no escuchar cualquier conferencia
a la que vayamos, no aceptar a ningún comecocos
que el infortunio ponga en nuestro camino etc etc;
puede suceder que nos extralimitemos con
criterios de filtro tan estrictos que nos impidan
la recepción de entradas influyentes tan
interesantes como deseables.
El gran riesgo de la selección elitista, pues
de esto se trata, es que puede privar a la persona
de todos sus sensores racionales de independencia
privada. Es entonces cuando el síndrome de
saturación está tan intalado que es dañino puesto
que el sujeto para acabar con la rabia mata al
perro, o con la procesionaria quema el pino en
lugar de tratarlo como fenomenos separados.
Ha incorporado en su vidau n cortafuegos tan
estricto que no solo impide la llegada de todos
los virus de internet sino tambien el acceso a
cualquiera de sus páginas para no correr
ninguna clase de riesgo.
La saturación del discurso tiene una parte
lógica y concordante con el proceso de invasión
del mercado de los consumos con un montón de
insultos a la inteligencia y a la sensibilidad; pero
tiene otra parte autolesiva cuando por no caer en
la trampa del engaño no se está por conceder la
hipótesis de que siguen produciéndose cosas
bonitas y dignas de contacto. Sería como si la
cinematografía de ahora en la que ya no predomina,
en la inmensa mayoría de productos, ninguna
intencionalidad creativa -bastando para la
producción de ella una ensalada de violencia,
desnudos y sexo sin ton ni son ni el menor
interés de un argumento coherente- nos
llevara a impugnar todo el cine que ha existido
y el que está por existir. Juan Cueto sostiene
que la cinematografía ha pasado de la
ciencia-ficción la cursi-ficción y es el género
más tontamente anticientífico. Cada espectador
que se precie de tal debe sacar sus lecciones y
no acudir a los espectáculos de los que se va
a arrepentir a los pocos minutos de entrar.
Lo mismo se puede decir de todo lo demás.
Posiblemente el espectador con estilo está
condenado a estar más tiempo en casa que
en las salas de espectáculos o a dedicarse a
actividades lúdicas más propias de la época
pre-moderna, tales como pasear, hacer tertulias,
cantar en grupo, hacer el amor o simplemente
congratularse con el espectáculo magistral
de la naturaleza.


Fuerza mojada de unos rosarios,
rosarios negros clavados en secretos,
secretos verticales comiendo de huesos,
huesos apuñalando la razón del hambre.


Profundidad amontonada sobre poros,
poros rojos de la cuchara de un trigo,
trigo alimentado de químicos saturados.

Reo de un estambre virginal,
virginal cuerpo de un pozo de niña,
niña de semillas grandes podridas,
podridas fantasías que decaen en unas líneas.

Fuerza de la profundidad de un reo
mojada y amontonada en un estambre
rosarios virginales en poros aguados
fuerza del reo en la profundidad del trigo
niña virginal de secretos verticales,
alimentada de químicos saturados.

Fanny




Nació en Santiago de Chile (1976). Poeta. En 1991 publicó el cuaderno de poesía: Los Silencios. Ese mismo año obtiene el primer lugar en el Concurso Iberoamericano de poesía "Paz y Cooperación", organizado por la comisión Quinto Centenario, del Gobierno Regional de Madrid, España, por su obra Punta de Tierra en Tinieblas. En 1993 publica Navega la Poesía, conjunto de poemas recopilatorios de su obra. En 1994 publicará una segunda edición del texto en tiraje limitado. En 1995 participa como cofundador de la revista literariaHomero, presentándose en diversas ciudades del país promocionando dicho trabajo. Estos textos crean un espacio de difusión no esperado, con varias reediciones seguidas en los primeros números. En 1997, la Editorial Mosquito, edita su primer libro El Pez Inquieto. Dicho texto recibe una calurosa bienvenida en la crítica nacional, con artículos en los medios escritos más importantes del país, tales como en el diario El Mercurio, Las Ultimas Noticias y Punto Final, entre otros. En 1998, es incluido en la antología literaria Poetas del Maule, además de editar un nuevo texto Poemas para el fin de Siglo. En 1999 dirige talleres literarios en la Universidad Católica del Maule y su obra El pez Inquietoes seleccionada por el Fondo del Libro y Lectura del Gobierno de Chile, para su difusión en las principales Bibliotecas Públicas del país, agotándose su primera edición. En el 2000, pasa a integrar la planta de talleres artísticos del Instituto de Estudios Generales de la mencionada universidad. Asimismo, dirige talleres literarios para niños en la Fiesta de la Cultura, organizada por el Gobierno, en ese mismo año. En Octubre de 2000, Publica el libro Canto a la Colorina y otros poemas, de Ediciones Imagi, Talca y dirige la Revista literaria El jinete de palo, auspiciada por la Universidad Católica del Maule. Su más reciente libro,Inventario Solemne ha sido publicado por la Editorial Mosquito en 2004. Del mismo modo, se encuentra trabajando en la antología literaria Poesía y poder, de la poesía chilena contemporánea. Reside actualmente en Talca, Región del Maule, Chile.




SOY POETA

Soy poeta, ave de rapiña de todos los sentimientos,

fruta fresca de los árboles nuevos

corazón enterrado en la tierra,

el escolar preferido de la vida,

el golpe a la puerta cerrada

con el pan y cena de todos los años.

Soy una noche tan larga como la muerte,

una guitarra sonora y sencilla,

la herradura y el rastro de toda una historia.

Soy parte hombre, parte universo;

ojos con fuego de estrella

y boca viajera como perfecto cometa.

Desde aquí me presentaré a ustedes;

soy poeta, discípulo de cada mano abierta,

sueño despertando con el bostezo de la madrugada

y un alimento recién cocido que

destapa la mesa pobre de los hambrientos.




DE ROKHA AL ABORDAJE

Desde la mutilada memoria del verso,

desde un mal gesto o un alarido,

la ira canta, canta y canta.

Sabes, Pablo, yo milito en ti,

por que desde tanta tumba

donde no tienes flores,

desde tanta ceniza de la propia vida,

desde esa celda que te dio el aplauso

te haces grande, gigante, monumento:

El Pablo, terremoto de las luces,

el Pablo, incendio de los cuerpos,

el poeta, asesino de las comidas,

el hombre, hombre de las mujeres,

el amigo, primero de botella y abrazo.

Aquí en el Maule, aquí en el Sur

entre el caldo espeso de las longanizas,

en la disparada subida caliente de las cazuelas,

puerta por puerta, libro por libro,

puerta por puerta, vacaciones en el pueblo

en el pueblo, tu nombre ;

aquí De Rokha, aquí en la víspera de la muerte.

Me llamas noche a noche,

disparo a disparo, ¡Ay! la bala,

¡Ay! el gatillo sonó como campana

y partió un poeta a discutir con Dios

si el cielo es cielo o si el demonio

tiene por apellido De Rokha.

¡Ay! la bala, la pólvora;

no se muere sólo de intentos,

la muerte abraza sólo al imbécil,

la muerte sólo anima a los tontos,

quien vive, vive en el ladrido de los perros,

vive en las alas de los murciélagos,

en los senos de las prostitutas.

Vives entero en la memoria.

Yo no olvido, yo no sepulto.

¡A bailar otra vez, Pablito!

La mesa está servida y sólo falta

la boca hambrienta del padre,

del poeta y del hombre de Chile.



LA MANO DE NADIE.

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