Aunque el elogio de la palabra ha tenido, tiene y tendrá defensores enérgicos, por constituir una de las causas más nobles a favor de la comprensión humana; cualquiera que practique el lenguaje hablado más allá de las formas instrumentales para denominar objetos, paisajes o funciones se ha encontrado en los límites inherentes a las mismas palabras y con el choque intercultural y psicológico entre personas. Para hablar bajo el prisma de la comunicabilidad son necesarias las unidades sígnicas con transporte de significado en tanto que medio o instrumento, los hablantes con deseo intencional de comprensión y la expansión suficiente de un tema que dé de sí lo necesario para ser captado en lo esencial. Sin estos tres factores y su complementariedad el proyecto comunicativo se viene abajo. Si hay lenguaje pero los hablantes están usurpados por fanatismos que no escuchan no hay resultados en el entendimiento. Si hay intención comunicativa concurriendo con suficiencia la premisa subjetiva pero no hay coincidencia lingüística o se dan valores distintos a las voces sonoras o gráficas; el resultado comunicante será un galimatías. Si no hay obstáculo en ninguno de esos dos campos pero el lugar de exploración del discurso va más allá de las posibilidades intelectivas y del propio conocimiento científico puede pasarse a un magma de letras donde cada interlocutor cree estar entendiendo lo que el otro dice sin estar seguro de lo que él mismo aporta. Junto a todo esto no se puede olvidar que las sociedades modernas son responsables de un nuevo tipo de síntoma en sus residentes: el de la saturación. La gente está saturada ante objetos de todo tipo, ofertorios, ideas, propuestas, programas televisivos y una cascada de pretendidas innovaciones de las que está excesivamente cargada. La saturación es tanta que en los casos extremos hay personas que ya no quieren saber nada más de nada. Llegar a estar conclusión es terrible pero las personalidades resentidas se defienden adoptándola como criterio de supervivencia. Se ha dado un significativo salto cualitativo de aquella antigua advertencia del “no quiero saber ya nada más de ti” cuando una persona acaba harta de otra, al “no quiero saber nada más de tal o cual asunto, de tal o cual programa, grupo, gente, empresa o historia”. La cosa no ha hecho más que empezar. La vieja imagen del eremita aislado como sinónimo de felicidad completa volverá a tener su apogeo. Las maneras de desconexión de lo que nos llega del otro son múltiples. También en situaciones particulares cuando este otro es el partner o algún conviviente. El “sí-cariño” como automatismo verbal de los maridos mas bien silenciosos frente a sus esposas verborrágicas es algo más que una simple cordialidad estática, pone una nota de humor al fracaso de la comunicabilidad. De alguna manera nos hemos de defender los unos de los otros y todos de todos en todas aquellas cosas que no nos interesan en lo más mínimo sin por eso perder la oportunidad de la relación y la potencialidad de sus cosas buenas. No nos interesa recibir cualquier clase de textos en nuestro correo electrónico ni participar en cualquier clase de conversaciones en la cafetería o en las reuniones de sobremesa. Tampoco nos interesa todo lo que pueda decirnos nuestro cónyuge o nuestro amigo. Esa selección de la palabra nos lleva a pulir un complejo mecanismo de filtraje de las entradas verbales. El síndrome de saturación del discurso tiene una larga trayectoria de previas. Cambiar de canal en los minutos publicitarios, o de las noticias que dan sobre fútbol, o de la música que está sonando o del imbécil que está hablando haciéndonos perder un precioso tiempo eran ya indicadores de discriminación cualitativa y de saturación, por consiguiente, de aquello que no gustaba. He comprobado que se puede vivir inmerso en un mundo telemático durante docenas de años y no saber absolutamente nada de nada de algunos campos de información en los que no se quiere entrar. Soy un absoluto ignorante sobre football y tauromaquia y prefiero seguir en mi condición de no saber nada. Un dispositivo mental hace que no escuche según que cosas y no me quede ni siquiera con los datos más destacados como nombres de jugadores o ligas. La cosa no acaba ahí. He comprobado que se puede vivir en el mundo de espaldas a todo lo que no interesa de él. La realidad no es más que una espiral de círculos de realidades. Estar en unos no obliga estar en todos. Ya las pautas de la naturaleza de cada uno marcan una dinámica de opuestos entre los momentos de estar con los demás y en los que se quiere estar solo. Prematuramente todos afirmamos la necesidad de no ser molestados en los actos más básicos de las funciones corporales entre las fases de reposo (y por lo tanto autoasilamiento) y las de actividad (y por lo tanto interacción y juego social). Begoña Huertas que debutó en la novelística con Déjenme dormir en paz puede inducir a una parodia aún más extrema de la vida moderna bajo el síndrome de saturación. Su título sería más o menos así: déjenme vivir sin la presencia de uds. Si contáramos el tiempo gastado en atender cosas que no nos interesan seguramente nos alarmaría, matemáticamente, saber que podríamos llenar la vida de contenidos mucho mejores. Basta con vaciarla de contenidos nefastos para tender a llenarla con contenidos interesantes. Todos los tiempos sumados a auditar shows televisivos para majaderos, noticias que nos mienten, conversaciones deplorables con colegas profesionales que no arrojan ningún balance de positivos, discusiones reiterativas, lecturas repetidas y atenciones al teléfono de agentes comerciales que nos proponen tal o cual maravilla doméstica; nos proporcionarían una cifra alarmante. Para quienes solo buscan entretenimiento ya les vale, para quienes buscan vivir la vida les toca hacer una criba pronto. Cuando ésta al final se establece con un conjunto de criterios: no leer propaganda comercial superflua, no contestar automáticamente al teléfono o a la puerta cuando sus respectivos timbres suenan, no enchufar la radio o la tele por sistema, no admitir que el primer vampiro con el que coincidamos nos explique sus desgracias para que le ayudemos a remontar su interés por la vida, no leer cualquier cosa que nos dan, no escuchar cualquier conferencia a la que vayamos, no aceptar a ningún comecocos que el infortunio ponga en nuestro camino etc etc; puede suceder que nos extralimitemos con criterios de filtro tan estrictos que nos impidan la recepción de entradas influyentes tan interesantes como deseables. El gran riesgo de la selección elitista, pues de esto se trata, es que puede privar a la persona de todos sus sensores racionales de independencia privada. Es entonces cuando el síndrome de saturación está tan intalado que es dañino puesto que el sujeto para acabar con la rabia mata al perro, o con la procesionaria quema el pino en lugar de tratarlo como fenomenos separados. Ha incorporado en su vidau n cortafuegos tan estricto que no solo impide la llegada de todos los virus de internet sino tambien el acceso a cualquiera de sus páginas para no correr ninguna clase de riesgo. La saturación del discurso tiene una parte lógica y concordante con el proceso de invasión del mercado de los consumos con un montón de insultos a la inteligencia y a la sensibilidad; pero tiene otra parte autolesiva cuando por no caer en la trampa del engaño no se está por conceder la hipótesis de que siguen produciéndose cosas bonitas y dignas de contacto. Sería como si la cinematografía de ahora en la que ya no predomina, en la inmensa mayoría de productos, ninguna intencionalidad creativa -bastando para la producción de ella una ensalada de violencia, desnudos y sexo sin ton ni son ni el menor interés de un argumento coherente- nos llevara a impugnar todo el cine que ha existido y el que está por existir. Juan Cueto sostiene que la cinematografía ha pasado de la ciencia-ficción la cursi-ficción y es el género más tontamente anticientífico. Cada espectador que se precie de tal debe sacar sus lecciones y no acudir a los espectáculos de los que se va a arrepentir a los pocos minutos de entrar. Lo mismo se puede decir de todo lo demás. Posiblemente el espectador con estilo está condenado a estar más tiempo en casa que en las salas de espectáculos o a dedicarse a actividades lúdicas más propias de la época pre-moderna, tales como pasear, hacer tertulias, cantar en grupo, hacer el amor o simplemente congratularse con el espectáculo magistral de la naturaleza. |
rosarios negros clavados en secretos,
secretos verticales comiendo de huesos,
huesos apuñalando la razón del hambre.
Profundidad amontonada sobre poros,
poros rojos de la cuchara de un trigo,
trigo alimentado de químicos saturados.
Reo de un estambre virginal,
virginal cuerpo de un pozo de niña,
niña de semillas grandes podridas,
podridas fantasías que decaen en unas líneas.
Fuerza de la profundidad de un reo
mojada y amontonada en un estambre
rosarios virginales en poros aguados
fuerza del reo en la profundidad del trigo
niña virginal de secretos verticales,
alimentada de químicos saturados.
Nació en Santiago de Chile (1976). Poeta. En 1991 publicó el cuaderno de poesía: Los Silencios. Ese mismo año obtiene el primer lugar en el Concurso Iberoamericano de poesía "Paz y Cooperación", organizado por la comisión Quinto Centenario, del Gobierno Regional de Madrid, España, por su obra Punta de Tierra en Tinieblas. En 1993 publica Navega la Poesía, conjunto de poemas recopilatorios de su obra. En 1994 publicará una segunda edición del texto en tiraje limitado. En 1995 participa como cofundador de la revista literariaHomero, presentándose en diversas ciudades del país promocionando dicho trabajo. Estos textos crean un espacio de difusión no esperado, con varias reediciones seguidas en los primeros números. En 1997, la Editorial Mosquito, edita su primer libro El Pez Inquieto. Dicho texto recibe una calurosa bienvenida en la crítica nacional, con artículos en los medios escritos más importantes del país, tales como en el diario El Mercurio, Las Ultimas Noticias y Punto Final, entre otros. En 1998, es incluido en la antología literaria Poetas del Maule, además de editar un nuevo texto Poemas para el fin de Siglo. En 1999 dirige talleres literarios en la Universidad Católica del Maule y su obra El pez Inquietoes seleccionada por el Fondo del Libro y Lectura del Gobierno de Chile, para su difusión en las principales Bibliotecas Públicas del país, agotándose su primera edición. En el 2000, pasa a integrar la planta de talleres artísticos del Instituto de Estudios Generales de la mencionada universidad. Asimismo, dirige talleres literarios para niños en la Fiesta de la Cultura, organizada por el Gobierno, en ese mismo año. En Octubre de 2000, Publica el libro Canto a la Colorina y otros poemas, de Ediciones Imagi, Talca y dirige la Revista literaria El jinete de palo, auspiciada por la Universidad Católica del Maule. Su más reciente libro,Inventario Solemne ha sido publicado por la Editorial Mosquito en 2004. Del mismo modo, se encuentra trabajando en la antología literaria Poesía y poder, de la poesía chilena contemporánea. Reside actualmente en Talca, Región del Maule, Chile.
SOY POETA
Soy poeta, ave de rapiña de todos los sentimientos,
fruta fresca de los árboles nuevos
corazón enterrado en la tierra,
el escolar preferido de la vida,
el golpe a la puerta cerrada
con el pan y cena de todos los años.
Soy una noche tan larga como la muerte,
una guitarra sonora y sencilla,
la herradura y el rastro de toda una historia.
Soy parte hombre, parte universo;
ojos con fuego de estrella
y boca viajera como perfecto cometa.
Desde aquí me presentaré a ustedes;
soy poeta, discípulo de cada mano abierta,
sueño despertando con el bostezo de la madrugada
y un alimento recién cocido que
destapa la mesa pobre de los hambrientos.
DE ROKHA AL ABORDAJE
Desde la mutilada memoria del verso,
desde un mal gesto o un alarido,
la ira canta, canta y canta.
Sabes, Pablo, yo milito en ti,
por que desde tanta tumba
donde no tienes flores,
desde tanta ceniza de la propia vida,
desde esa celda que te dio el aplauso
te haces grande, gigante, monumento:
El Pablo, terremoto de las luces,
el Pablo, incendio de los cuerpos,
el poeta, asesino de las comidas,
el hombre, hombre de las mujeres,
el amigo, primero de botella y abrazo.
Aquí en el Maule, aquí en el Sur
entre el caldo espeso de las longanizas,
en la disparada subida caliente de las cazuelas,
puerta por puerta, libro por libro,
puerta por puerta, vacaciones en el pueblo
en el pueblo, tu nombre ;
aquí De Rokha, aquí en la víspera de la muerte.
Me llamas noche a noche,
disparo a disparo, ¡Ay! la bala,
¡Ay! el gatillo sonó como campana
y partió un poeta a discutir con Dios
si el cielo es cielo o si el demonio
tiene por apellido De Rokha.
¡Ay! la bala, la pólvora;
no se muere sólo de intentos,
la muerte abraza sólo al imbécil,
la muerte sólo anima a los tontos,
quien vive, vive en el ladrido de los perros,
vive en las alas de los murciélagos,
en los senos de las prostitutas.
Vives entero en la memoria.
Yo no olvido, yo no sepulto.
¡A bailar otra vez, Pablito!
La mesa está servida y sólo falta
la boca hambrienta del padre,
del poeta y del hombre de Chile.
LA MANO DE NADIE.
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