miércoles, 28 de octubre de 2009

OCTAVIO PAZ. ESTRACTO DE: El muro*

El muro*







Deja que te recuerde o que te sueñe


amor, mentira cierta y ya vivida,


más que por los sentidos, por el alma.


Atrás de la memoria, en ese limbo


donde recuerdos, músicas, deseos,


sueñan su renacer en esculturas,


tu pelo suelto cae, tu sonrisa,


puerta de la blancura, aún sonríe


y alienta todavía ese ademán


de flor que el aire mueve. Todavía


la fiebre de tu mano, donde corren


esos ríos que mojan ciertos sueños,


hace crecer dentro de mí mareas


y aún suenan tus pasos, que el silencio


cubre con aguas mansas, como el agua


al sonido sonámbulo sepulta.


Cierro los ojos: nacen dichas, goces,


bahías de hermosura, eternidades


sustraídas , fluir vivo de imágenes


delicias desatadas, pleamar,


ocio que colma el pecho de abandono.


¡Dichas, días con alas de suspiro,


leves como la sombra de los pájaros!


Y su delgada voz abre en mi pecho


Un ciego paraíso, una agonía,


El recordado infierno de unos labios


(tu paladar: un cielo rojo, golfo


donde duermen tus dientes caracola


donde oye la ola su caída),


el infinito hambriento de unos ojos,


un pulso, un tacto, un cuerpo que se fuga,


la sombra de un aroma, la promesa


de un cielo sin orillas, pleno, eterno.


Mas cierra el paso un muro y todo cesa.


Mi corazón a oscuras late y llama.


Con puño ciego y árido golpea


la sorda piedra y suena su latido


a lluvia de ceniza en un desierto.


Tomado de “Puerta condenada”,
En Libertad bajo palabra, FCE/SEP, 1983.

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