viernes, 2 de octubre de 2009

POEMAS DEL LIBRO: "NORTE, EN EL EXILIO"






"EL MATADERO CARLOS CISTERNA" *




Se hace difícil respirar
tubos por naríz
venas
agujas
suero.

Ruedas que se deslizan
pasillos angostos
laberínticos
luz y siluetas.

La náusea reaparece
ahora en el rostro de mi madre
un hilo de aire
cuelga sobre su cabeza.

Afuera
en las veredas angostas
de Calama
casi no importa
hasta que...

Un sol morado
navega entre las dunas
suaves.

Todo se desvanece
apenas los sonidos
semejan palabras
pensamientos desarticulados.

La aflicción eterna
circunda
la cavidad craneana
de una triste mujer.

Un día su risa
fue sonora.

Espero a los pies
de este hospital
oir los cascabeles.


Miércoles, 19 de enero, 2005.

Calama.


* Así es denominado
el hospital de Calama "Carlos Cisterna"


NACIÓ PARA SOPORTAR.




La necrosis
muerde
araña
sus pies
y manos.

Alrededor giran
cuerpos agrietados
por este desierto escamoso.

Arpas nocturnas
anuncian en sus lamentos
la triste rotación.

No podemos ver
el azote invisible
de mariposas negras.

Apenas diminutos gigantes
soportamos en este ricón
del universo.

Paladines chocan
contra el vidrio
de sus ojos aprisionados.

Ella flota
en el sopor brumoso
de sus recuerdos.



A mi eterna y dolorosa madre.
Mi gran amor le acompañe siempre.


Domingo, 23 de enero, 2005.

Calama.




RESISTIR CUERDOS
NO PODEMOS.




Cuando ya desprovistos
de huesos
nos dedicamos a explorar
los insondables mundos
del subconciente.

Entonces
apárcamos
en los afectos
de los que sueñan.

Nacemos
de una muerte inagotable.

Despertamos
en otros espantos
producto de una extraña magia.

Cuántos caemos
alud con seres
de piedra y barro.

Lágrimas de arena
cubren la ciudad utópica.

Terrible azote
a la mirada
animales-hombres
se muerden sanguinolentos
para que la Bestia
se eternice.

Me detengo
cada vez que puedo
miro a las hormigas
en numérico dar
ese mudo amor.


Miércoles, 09 de febrero, 2005.

Chuquicamata.



SONIDOS DE ARENA Y COBRE.



Veo cuerpos colgando
en los arenales distantes.

Si oxígeno
cabizbajos
deambulan rostros
en penumbras
sobre el cemento
de Calama.

Alrededor
el desierto espera
al próximo visitante
para vaciar su desamparo.

No bastan las cervezas
para humedecer el polvo
de un sol persistente.

Ruidos de cobre
amortajan
a los habitantes fatuos
de una severa irrealidad.

El viento gime
entre las rendijas del dolor
que serán estas ruinas.


Sábado, 12 de febrero, 2005.

Chuquicamata.




DE NORTE A SUR



Las cumbres de Chuquicamata
no me dejan ver
su rostro iluminando
el cristal empañado.

Son inmensas las horas
que cubren tu oleaje
con sabor a invierno
a deliciosa humedad.

Mi recuerdo empuja
a trepar por su voz.

La nostalgia cae
en lluvia de colores
cuando me hundo
en sus versos.

La vida se estremece
en mis ojos.

Por eso acuden
a la memoria
todos los sonidos
de nuestras calles del sur.


Domingo, 13 de febrero, 2005.

Chuquicamata.



LA BÓVEDA.


De qué sirve
este puto oasis
en medio de la ausencia.

A diario
se resquebraja
el camino
de la piel.

De pronto
el planeta enmudece
ya no hay respuesta.

Las voces quedan
sepultadas
en este lugar.

Labios de nicho
nos rodean.

La pregunta vaga
entre velos
hasta encontrar
el motivo
de tan minúscula
forma existencial.

Dónde están esos brazos
que acunaron al mundo
antes de la expansión?

Dónde está la maldita fe
que nos hizo crecer?

No podemos sentir
el embrujo tribal
que despertaba al canto
de plumas
en húmedo verde.

El viento seco
nos sopla en la cara
hasta llagarnos la respiración.


Lunes, 14 de febrero, 2005.

Chuquicamata.




ESTÁ ESCRITO.


Nacimos para dejar huellas
aunque éstas
sepultadas queden
bajo rocas y arena.

No podrán evitar
que la historia se levante
como una plegaria
al clamor del pensamiento.

Siempre hay alguien
que camina
los ya frecuentados pasos
hasta arribar
en lo imposible
de las que alumbran.

No sentimos miedo
de imaginar
lo que no existe
en la génesis
de una sabia-ignorancia.

Compartimos entre sílabas
con espectros inevitables.

Así vamos
inmortalizando
el destino
de las que saben
resucitar un apocalipsis.

Los faroles de la noche
no se comparan
con la hoguera del día.


Jueves, 17 de febrero, 2005.
Chuquicamata.





DEBAJO DE UN PRESENTE.



Dónde la cavidad
que nos ofrecemos
cuando arrecian los latidos?

La Palabra
se estremece
de tanto agobio
por carecer
de lo imprescindible.

Los cimientos
de la verguenza
resbalan
por las vértebras
de la estupidez.

La hermosura del argumento
se diluye
toda la noche
en aguas que conducen
a ningún lugar.

La fantasía de un holograma
yace en la puerta del holocausto.

Espantosamente
un niño busca
a quién dispararle
sus balas imaginarias.

Cerca del muro
un perro negro
afirma sus huesos
esperando que cese
su propia desdicha.

Equivocamos el rumbo
en esta órbita
que se dirige
donde la claridad
muere.


Viernes, 18 de febrero. 2005.

Chuquicamata.




CAMPO SANTO


Los sepulcros mantienen como rehén
todos los movimientos.

Ya no serán los abrazos parte de la casa campestre.

Ni oiremos todas esas palabras entrecruzadas.

Apenas queda visible una estancia solariega
con sus castaños y alguien.

Sin manos que rieguen como antes en el tiempo
que jamás sucedió.

Porque todo es parte de una siniestra equivocación
que deja a su paso nichos mudos.

Ahí perdura todo el silencio encajonado
ahí dialoga con la eternidad del gran vacío.

"El olvido es el sudario de los muertos" *

no están, no están, no están.

Permanecen, permanecieron, permanecerán
inmóviles, inmóviles, inmóviles.

Ya no son, nunca estuvieron, nunca estuvimos.

Estamos soñando.

Alguien nos hace crecer para después devorarse
nuestros sentimientos.

Nos destinan al "descanso eterno"
hasta convertirnos en lo que somos

NADIE.



*George Sand.
LA MANO DE NADIE.





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